Venezuela: la guerra económica en el período previo a las elecciones parlamentarias

Las próximas elecciones a la Asamblea Nacional, previstas para el 26 de septiembre, representan un serio desafío para el futuro de la Revolución Bolivariana. En los meses previos a las elecciones, Venezuela se encuentra en una situación muy volátil. La contrarrevolución está a la ofensiva, utilizando su poder económico para sabotear y acaparar con el fin de provocar escasez de alimentos.

Por su parte, el gobierno está tratando de resolver algunos de los problemas, pero las medidas que ha adoptado son tímidas y no van al corazón del problema. Por su parte, el gobierno está tratando de resolver algunos de los problemas, pero las medidas que ha tomado son tímidas y no van al meollo del problema. Una gran parte del problema que enfrenta la Revolución es un gran resentimiento popular generalizado contra la burocracia chavista –aquellos elementos que se han unido al Movimiento, no para luchar por el socialismo, sino para hacer una carrera, obtener contratos lucrativos del gobierno o puestos de trabajo en el Estado o el partido–. Este estrato, que se está volviendo cada vez más poderoso, representa una verdadera quinta columna de la burguesía dentro de la Revolución. Y sus tentáculos llegan muy arriba, en el gobierno y el PSUV.

Hace unos meses, en abril, una multitud de dignatarios de América Latina llegó a Caracas, donde dominaron los medios de comunicación durante varios días. Hubo numerosos y largos discursos recordando los logros de Bolívar y la Liberación de América Latina del yugo colonial. Pero a la gente también se le recordó que la verdadera independencia de este gran continente aún está por conquistar.

En los últimos meses, el presidente Chávez ha insistido repetidas veces que no puede haber ninguna solución para los problemas de los pueblos de América Latina y el mundo bajo el capitalismo y que la única alternativa de la raza humana es socialismo o barbarie. La manifestación del 13 de abril fue la ocasión de un impresionante despliegue de la Milicia del Pueblo: obreros, campesinos y estudiantes armados.

En el congreso de clausura del PSUV, miles de chavistas en camisas rojas gritaban ¡Viva Chávez! y ¡Viva la revolución! Pero bajo la superficie existe un profundo sentimiento de malestar. Detrás de los discursos oficiales, las bases del PSUV están expresando una preocupación seria por la forma en que van las cosas y lo que depara el futuro.

Una activista bolivariana, Mónica, expresó su preocupación:

«Cuando vi a todos los milicianos y milicianas marchando el día 13 me llené de orgullo. Pero hay un problema. El número de bolivarianos en las calles fue menor que en años anteriores. Me temo que estos desfiles están desviando la atención de las cuestiones políticas, lejos de los problemas por los que la gente común se preocupa».

Confesó:

«Nosotros los bolivarianos estamos perdiendo la batalla entre la población. Hoy en día los contrarrevolucionarios pueden gritar en contra de Chávez en las paradas de autobús y estaciones de metro y nadie les responde. Los chavistas están cabizbajos. Estamos a la defensiva».

Otro activista chavista, Gustavo, comentó con amargura:

«El ambiente en los barrios pobres es muy malo. En el pasado la gente se peleaba para subir a los autobuses para ir a nuestros mítines. Ahora nadie quiere ir más. Algunos incluso dicen: Iré si me pagas. Dicen: hay un montón de dinero en este país… ¡para algunos!»

Como consecuencia de esto, el resultado de la próxima elección es difícil de predecir. Muchas cosas pueden suceder en los próximos meses. Pero una cosa está clara: no será pan comido para los candidatos del PSUV. La vanguardia del PSUV y el movimiento bolivariano ven con creciente alarma que la contrarrevolución está socavando la revolución y prepara un nuevo desafío para destituir a Chávez de su cargo.

PDVAL el cáncer de la corrupción

¿Cuál es la raíz del problema? Es el hecho de que, once años después de que Chávez llegó al poder, la Revolución todavía no se ha llevado a cabo hasta el final. El Presidente ha admitido honestamente que Venezuela sigue siendo un Estado capitalista. Las partes importantes de la economía siguen en manos privadas. La mayor parte de la tierra está en manos de los terratenientes, mientras que cerca del 70 por ciento de los alimentos se importa (a pesar de que Venezuela es un país agrícola fértil).

Esto ha contribuido al problema de la inflación (actualmente una de las tasas más altas en América Latina). La distribución de alimentos sigue estando en manos de los grandes supermercados y los monopolios de alimentos, a menudo propiedad de grandes consorcios extranjeros. El fraude y la corrupción florecen en este sector y en otros.

A pesar de todos los esfuerzos del gobierno, es frecuente y recurrente la escasez de determinados productos alimenticios. Vimos lo mismo en la víspera del referéndum constitucional (que el gobierno perdió como resultado de la alta abstención). Esta es una evidencia concluyente de una campaña deliberada de sabotaje organizada por las grandes empresas para desestabilizar el país y expandir la desmoralización en el período previo a las elecciones de septiembre.

Estos problemas son inseparables del problema de la burocracia y la corrupción. El papel de la burocracia es paralizar el avance de la Revolución, sabotear de leyes progresistas, y cancelar las iniciativas del Presidente. Ellos constituyen el ala derecha bolivariana, que se opone obstinadamente a las medidas revolucionarias como la nacionalización y el control obrero. En muchos casos, este sabotaje ha tenido efectos muy perjudiciales. En ninguna parte es esto más claro que en el delicado sector de alimentos.

Un ejemplo de ello es el reciente escándalo en la empresa estatal de alimentos PDVAL, que reparte más de 1.000 toneladas diarias de alimentos en Venezuela. A finales de mayo, el servicio de inteligencia de Venezuela encontró una reserva secreta de 2.334 contenedores de alimentos que habían sido ocultados por algunos administradores corruptos de la empresa. Como resultado, el ex presidente de PDVAL, Luís Pulido, fue detenido por corrupción y robo.

Investigaciones posteriores indican que los problemas van mucho más allá de un solo individuo. Según un artículo publicado en Últimas Noticias del 9 de junio, los trabajadores de PDVAL han entregado un informe a Chávez que muestra cómo una mafia organizada está operando en la empresa de alimentos propiedad del Estado.

El informe señala que 12 altos directivos habían organizado una red gánster que sistemáticamente acaparó los contenedores y los escondía por un tiempo, hasta que sobrepasaba su fecha de caducidad, y luego los vendía en el mercado negro y hacía nuevos pedidos de contenedores a través de PDVAL. Todos los que se atrevieron a oponerse fueron silenciados con amenazas de muerte. Heartfriend Peña, un trabajador que había denunciado la existencia de más de 400 contenedores acumulados, fue despedido de inmediato por los administradores corruptos.

La oposición de derecha ha tratado de «probar» que el asunto de PDVAL demuestra que la revolución misma es un proyecto fracasado. Por otra parte, los trabajadores del sector estatal se han manifestado para mostrar su apoyo a los programas alimentarios del gobierno.

El caso de PDVAL muestra que es imposible construir una sociedad nueva, socialista, si el viejo Estado burgués aún permanece intacto. Sin el control democrático de la clase obrera, es imposible evitar la corrupción y la burocracia. La corrupción es un cáncer que está destruyendo la revolución desde dentro. O bien la revolución destruye a la burocracia o la burocracia va a destruir a la revolución.

La derecha chavista

La burocracia, esos agentes de la burguesía con camisas rojas, están librando una cruenta guerra de desgaste contra los chavistas de izquierda. Operan una lista negra para impedir que los individuos auténticamente revolucionarios tengan acceso al Presidente. Propagan mentiras y rumores en contra del ala de izquierda del PSUV, ¡acusándolos de ser contrarrevolucionarios!

El lema del día para estos elementos es: ¡disciplina! Con esto quieren decir que los ministros deben hacer ¡lo que la burocracia les dice que hagan! Antes de que un ministro pueda hacer algo, a él o ella le dicen: primero debe consultar a éste y aquél, para obtener la aprobación. Pero éste y aquél nunca van a aprobar medidas progresistas o revolucionarias. De esta manera, la Revolución se va paralizando.

Cuando algún ministro se niega obstinadamente a seguir la línea, él o ella puede ser marginado o eliminado. El caso más escandaloso fue la reciente remoción de Eduardo Samán, el ministro más popular en el Gobierno, que había prestado siempre su apoyo activo a las ocupaciones de fábricas y a las nacionalizaciones.

Samán era muy popular con la gente, pero muy impopular con la burguesía y la quinta columna, porque exigía un monopolio estatal del comercio exterior, una medida absolutamente correcta y necesaria en una economía socialista. Él también se ocupaba de lo que era prácticamente una cruzada de un solo hombre para mantener bajos los precios de los productos alimenticios básicos. El hombre que lo reemplazó inmediatamente aumentó el precio de toda una serie de productos alimenticios básicos, y levantó los controles de precios de los productos básicos que Samán había mantenido en su lugar ¡Esta no es la mejor manera de ganar el apoyo de las masas chavistas en un año electoral!

Los capitalistas (tanto extranjeros como venezolanos) están sistemáticamente saboteando la economía. Por ejemplo, la incapacidad de producir coches suficientes para satisfacer la demanda nacional fue la base de una estafa enorme donde participaron grandes productores de coches de los EE.UU., los bancos y compañías de seguros, que están obteniendo enormes ganancias de las personas que tienen que unirse a una cola de espera, pagando por ejemplo 60.000 bolívares por un coche, que al final va a costar 200.000.

Algunas empresas que se supone que están implicadas en el sector de alimentos hacen fortunas especulando en dólares y en bolívares, y en la práctica no producen nada. Incluso algunas de las nacionalizaciones que se han producido son discutibles. En muchos casos, la burocracia ha destruido el control obrero y colocado a los viejos administradores. En otros casos, los antiguos dueños continúan manejando las empresas. En otros casos, lo único que ha cambiado son las etiquetas de las latas de café, y así sucesivamente.

En contraste, está el caso de la fábrica La Gaviota, que produce sardinas y ha sido nacionalizada y opera con éxito bajo control obrero. El problema es que casos como éste son la excepción y no la regla.

Es necesario completar la revolución

En su análisis clásico de la revolución española, el marxista norteamericano Félix Morrow relata un pasaje típico entre un miliciano y un campesino pobre durante la guerra civil. El primero trata de convencer al segundo de la necesidad de defender la República Española. Este último responde con una pregunta simple y directa: «¿Qué nos ha dado de comer la república?»

Esta anécdota tiene un profundo significado en el día de hoy para Venezuela. No basta con tener buenas intenciones o defender el socialismo como ideal. Para las masas pobres, el socialismo debe significar el pan, la mantequilla y la leche. Debe significar el fin a los altos índices de delincuencia, el fin de los incrementos de precios y el fin de la pobreza por completo.

Mientras algunos funcionarios y ministros del gobierno están ocupados dando largos discursos sobre la «democracia popular», el enemigo se está refiriendo a los problemas reales, como la inflación, la escasez de alimentos y el índice de criminalidad. Por supuesto, la corrupta oposición venezolana (que es financiada por el imperialismo de EE.UU.) hace esto por un propósito personal cínico y con el único objetivo de socavar la revolución. En caso de que vuelvan al poder podemos estar seguros de que las cosas serán mucho peor, al igual que las cosas fueron mucho peor para los trabajadores españoles y campesinos después de la victoria de Franco que durante la República.

Sin embargo, es particularmente peligroso en este momento tratar de evadir los problemas reales. Algunos sectores reformistas, tanto en Venezuela como internacionalmente, han tratado de negar los problemas sociales y económicos de Venezuela como simple «propaganda de la oposición». Pero si tú niegas lo que es evidente para todos, te volverás más y más distante del sentimiento de las masas que sienten los efectos de la crisis económica en su vida cotidiana.

La necesidad de completar la revolución es más urgente que nunca. Increíblemente, después de más de diez años de revolución, la situación sigue siendo favorable. Chávez podría utilizar su mayoría en el Parlamento para aprobar una ley que permita nacionalizar las compañías más grandes, el sector de alimentos y supermercados, los bancos y la industria que permanecen en manos privadas. Ello podría ir acompañado por un monopolio estatal del comercio exterior, lo que le permitiría a Venezuela tener un control total sobre la economía del país. Además, un decreto introduciendo el control obrero en todo el sector estatal con toda seguridad recibiría una respuesta entusiasta de los trabajadores, creando comités de fábrica en todas las empresas, como vimos en una forma embrionaria en Sidor y las otras industrias básicas de Guayana.

Un desarrollo en estas líneas rápidamente le permitiría al gobierno hacer frente real a los problemas de inflación, la especulación, la vivienda, el acaparamiento de alimentos, y la infraestructura. Se podría introducir una reforma agraria radical cuyo objetivo sería suprimir el predominio del latifundio en el campo y dar tierras a los campesinos. El control de crédito a gran escala permitiría al Estado dar créditos baratos a los pequeños agricultores e incentivos a la producción agrícola y así poner fin a la absurda importación masiva de productos alimenticios.

¡Nacionalizar los bancos bajo control obrero!

El lunes 14 de junio, las autoridades venezolanas anunciaron el cierre temporal y la investigación del Banco Federal, el banco más grande del país. Una de las razones era que el banco no cumplió con una ley venezolana que estimula la inversión mínima para fines productivos.

Esta medida se produce después de la intervención y subsecuentes nacionalizaciones de una serie de bancos de tamaño mediano en noviembre del año pasado, que condujo a la fundación de un nuevo banco estatal, el Banco Bicentenario. Esto significa que el sector estatal ahora posee entre el 20-25% del sistema financiero.

Aunque estas nacionalizaciones son sin duda un paso adelante, hay que señalar que los capitalistas del sector financiero de Venezuela (varios de ellos multinacionales) siguen teniendo libertad para chupar una enorme riqueza del país. Un artículo en la revista financiera burguesa Reporte Diario de la Economía (5/2/2010) reveló que habían obtenido 2.615 millones de dólares americanos de beneficios en 2009. El 83% de esta cantidad provino del cobro de comisiones. Esta es una cifra grotesca, teniendo en cuenta que millones de venezolanos viven en barrios extremadamente pobres, sobreviviendo con 5-10 dólares al día.

Aparte de la injusticia social evidente, lo que esto indica es que, después de una década del inicio de la Revolución Bolivariana, la economía venezolana sigue siendo claramente una economía de mercado, un hecho que es incluso admitido por funcionarios del gobierno. De acuerdo con cifras del Banco Central de Venezuela, el sector privado sigue creando el 70% de la riqueza generada en Venezuela.

El sector privado tuvo una caída más abrupta que la del sector público, aunque aquel sigue siendo más grande. Por ejemplo, en 2009, el PIB cayó un 3,3%, correspondiendo a una reducción del 4,5% para el sector privado y un crecimiento del 0,9% para el sector público. El PIB (en bolívares) fue de 56.000 millones de dólares, de los cuales 33.000 millones fueron creados por el sector privado y 17.000 millones de dólares por el sector público y 6.000 millones fueron impuestos netos sobre los productos. Es difícil calcular con exactitud, pero eso significaría que el sector privado representa el 66% del PIB, por lo que la cifra de 70% no está demasiado lejos. Así que lo que tenemos en Venezuela no es socialismo sino una economía mixta, en la que predomina el elemento capitalista. Ciertas cosas se deducen de este hecho.

Mantener el sistema capitalista ha hecho que Venezuela haya sido duramente golpeada por la recesión mundial. El año 2009 terminó con el PIB del país contraído en un 3,3% y el primer trimestre de 2010 se ha traducido en un caída del 5,8%. En 2008 el PIB creció un 4,8%. Pero en el mismo período, el sector privado cayó un 0,1% y el sector público creció un 16,3%. Esto significa que en la actualidad es el sector estatal el que está sosteniendo la economía. La razón es clara: Los capitalistas no son capaces ni están dispuestos a expandir las fuerzas productivas.

En los últimos 10 años se ha producido el cierre de 4.000 pequeñas y medianas empresas en Venezuela. Al mismo tiempo, la inflación es muy alta. Las cifras recientes muestran que la inflación acumulada en los primeros cuatro meses de 2010 es de 11,3%, mientras que, en el mismo período del año pasado, era de 6,7%. Esta situación está haciendo la vida cada vez más difícil para las familias de de clase trabajadora, porque los aumentos salariales han sido la excepción y no la regla. Así pues, hay una caída real del poder adquisitivo de los trabajadores venezolanos.

La revolución debe tener en cuenta esta situación y sacar las conclusiones necesarias: dentro de los límites de la economía de mercado, no hay manera de resolver los problemas urgentes de las masas. En el período previo a las elecciones parlamentarias de Venezuela, los marxistas venezolanos lucharemos por un verdadero programa socialista en el PSUV, la juventud del PSUV y en la UNT. La nacionalización de INAF es la primera victoria en este sentido y muestra cómo es posible ganar una lucha, si los métodos del marxismo están a la vanguardia.

Sin embargo, la nacionalización parcial no funcionará. Lo que se requiere es una economía socialista planificada. Con el fin de poner fin al caos, todas las palancas dominantes de la economía, incluida la banca, deben ser expropiadas sin indemnización. Y con el fin de erradicar el cáncer de la burocracia y la corrupción, es esencial que la economía y el Estado estén en manos de la clase trabajadora.

En varias ocasiones, Chávez ha citado El Estado y la revolución de Lenin como una lectura obligada para todos los miembros del PSUV. ¿Cuáles fueron las condiciones básicas que Lenin propuso para la creación de una democracia obrera y el movimiento hacia el socialismo?

1) Elecciones libres y democráticas con derecho de revocación.
2) Ningún funcionario puede recibir un salario más alto que el de un obrero calificado.
3) No al ejército regular o la  policía, sino el pueblo armado.
4) Poco a poco, todas las tareas de administración deben ser realizadas por todos  a turnos: cuando todo el mundo es un burócrata a turno, nadie es un burócrata.

Estas medidas deben aplicarse de inmediato en Venezuela. Esta es la única manera de poner fin a la corrupción y la burocracia. En su discurso ante el Congreso del PSUV en abril, Chávez señaló la crisis mundial del capitalismo y una vez más hizo hincapié en que sólo el socialismo puede salvar a la humanidad. De nuevo citó a Lenin (El Estado y la Revolución y el Imperialismo) y a Marx, subrayando el hecho de que el PSUV defiende la lucha de clases. ¡Ya es hora de que las palabras del Presidente se pongan en práctica!

¿Cómo ganar a las clases medias?

Una de las objeciones fundamentales planteadas por los reformistas al programa socialista es que alejará a las clases medias. Esto es completamente falso. Las expropiaciones no están dirigidas contra los pequeños propietarios; los dueños de pequeñas empresas, tiendas y bares; o al campesino con una pequeña parcela de tierra y algunas gallinas. Están dirigidas exclusivamente a los grandes bancos y monopolios que explotan, engañan y roban a los pequeños negocios.

El pequeño comerciante, los pequeños campesinos, y las otras llamadas capas intermedias que se encuentran entre la clase obrera y la burguesía constituyen una clase muy heterogénea. En sus capas superiores están cercanas a la burguesía. Los abogados prósperos, profesores universitarios, economistas, periodistas y otros profesionales tienen un interés en la sociedad existente y están dispuestos a servir a sus intereses. Sus hijos e hijas en las universidades proporcionan la fuerza de choque de la reacción.

Sin embargo, las capas inferiores de la clase media son especialmente volátiles y en constante oscilación entre la revolución y la contrarrevolución. Estas capas tienden a seguir a la clase que muestra un camino adelante. Sólo pueden ser ganadas mediante una política consistente y firme. Los reformistas siempre llaman a la moderación en el nombre de «ganar a las clases medias». Pero la vacilación y la moderación es exactamente la manera de perder el apoyo de la clase media, y entregarla a los brazos de la reacción.

Los reformistas hablan de ser «realistas», pero en la práctica su política de «moderación» es totalmente utópica. Así lo demuestra la experiencia. Hace un par de años, el ex alcalde de Caracas Metropolitana, Juan Barreto, inició un programa de expropiaciones de edificios y terrenos no utilizados (incluidos algunos campos de golf), que inicialmente tuvo una respuesta muy buena de los habitantes, muchos de ellos procedentes de familias de clase media. Vieron que el gobierno por fin empezaba a atacar a los especuladores y a los estafadores inmobiliarios que están haciendo dinero de la falta de acceso a una vivienda barata. Pero esta política fue revertida rápidamente bajo la presión de los reformistas.

Esto alienó a la clase media que estaba a favor de expropiar a los parásitos ricos. La lección es clara: la clase media sólo puede ser ganada si el gobierno, basándose en la clase obrera, adopta una política socialista clara y muestra coraje y determinación. Mientras la revolución se haga a medias, el pequeño comerciante sufrirá bajo la dictadura de los monopolios y los pequeños campesinos sufrirán a manos de los latifundistas. Es imposible ganar a las clases medias con medidas tímidas y medidas a medias. Sólo si la revolución da pasos decisivos para destruir el poder económico de la oligarquía se podrá ganar grandes secciones de la clase media hacia el lado de la revolución.

El PPT y el llamado a un chavismo «tolerante»

A medida que la Revolución se acerca a una fase crítica, inevitablemente tiende a polarizarse entre la izquierda y la derecha, que representan, respectivamente, la presión de los obreros y campesinos que luchan por derrotar a la burguesía y completar la revolución socialista, y la presión de la burguesía y su quinta columna, luchando para derrotar y destruir a la Revolución bajo la falsa bandera de la «democracia» y la «tolerancia».

Es en este contexto que el PPT (Patria Para Todos), un partido que pertenecía al bloque pro-gobierno, se ha cambiado de chaqueta y está tratando de presentarse como una versión del chavismo más «tolerante», que la defendida por el propio Chávez. Este partido está liderado por un ex-miembro del PSUV que fue gobernador de Lara, Henry Falcón, que entró en conflicto con Chávez, entre otras cosas, porque se resistió a los intentos del gobierno de expropiar un área industrial en Lara que pertenece al millonario Mendoza (el dueño de la cadena de alimentos y bebidas, Polar).

El PPT está intentando ahora (en gran parte de la misma manera que Violeta Chamorro hizo en Nicaragua a finales de la década de 1980) presentarse como una opción de «tercera vía», que puede allanar el camino para una reconciliación sin derramamiento de sangre, un compromiso entre las clases que restaure la «normalidad» y al mismo tiempo termine con las dificultades de las masas, como la inflación, la escasez de alimentos y así sucesivamente. Esta retórica es muy peligrosa porque oculta la verdadera situación de estas personas: la contrarrevolución con máscara democrática.

Si el Gobierno sigue siendo incapaz de resolver muchos de los principales problemas, las llamadas demagógicas para la reconciliación pueden ganar enormes capas de las clases medias e incluso algunas capas de la población urbana pobre que están cansadas y frustradas por la lentitud de la revolución y desesperadas por encontrar una forma de salir del actual callejón sin salida. Pero, y esto es lo más importante, la prolongación de la situación actual puede dar lugar a la apatía y la desmoralización entre algunos sectores de las masas que podría reflejarse en una alta abstención en las próximas elecciones.

La etapa actual se caracteriza por una enorme confusión. Y a resolver esto no ayudan los pequeños partidos y grupos al margen del movimiento bolivariano que se describen como marxistas y «trotskistas», pero muestran una completa incapacidad para entender la forma en que se mueven las masas. Un ejemplo típico de este fenómeno es Orlando Chirino, un sindicalista que tiene un historial de luchas militantes con los trabajadores textiles de Aragua y que estaba en la vanguardia de la creación de la UNT, la Unión Nacional de Trabajadores. En 2007, Chirino decidió boicotear el PSUV en el referéndum constitucional. Como advertimos en ese momento, él es ahora incapaz de distinguir entre la revolución y la contrarrevolución.

Esto ha sido confirmado notablemente en los meses últimos. Chirino ha sido promocionado a una candidatura a la Asamblea Nacional en la lista de… ¡el PPT! Así que el grupo «trotskista» de Chirino está entrando en un Frente Popular de partidos burgueses ¡para atacar al gobierno anti-imperialista de Hugo Chávez! ¡La historia conoce todo tipo de transformaciones! No contento con ser candidato en una lista burguesa, Chirino está ahora públicamente en oposición a la nacionalización de la cadena alimentaria Polar. Como él dice, esto sería ¡una «nacionalización burguesa»!

Al dar al PPT una cobertura de «izquierda» y «obrera», está objetivamente sirviendo a los intereses del imperialismo y la contrarrevolución. Esto debe ser entendido y combatido por todos los trabajadores militantes y sindicalistas. Aquellos que deseen derrotar la contrarrevolución lucharán en las filas del PSUV para ganar estas elecciones como una cuestión de vida o muerte para la revolución.

¿Por qué etapa estamos pasando?

Los últimos once años de la Revolución Bolivariana han sido repetidamente salvados por la intervención activa de las masas: en 2002, 2003 y, más tarde, en el Referéndum Revocatorio. Pero ya el Referéndum Constitucional dio una señal de advertencia. La oposición no ganó el referéndum. Los chavistas perdieron. Tres millones de votantes chavistas se quedaron en casa.

Es imposible evaluar con precisión la correlación real de fuerzas electorales. No es probable que la oposición de derecha vaya a ganar muchos votos de los chavistas. Pero hay un gran peligro de que los partidarios de Chávez, simplemente se abstengan. Según algunos cálculos, el núcleo duro del voto chavista podría ser alrededor de un tercio, con otro tercio para la oposición, y otro tercio (el elemento decisivo) de votantes chavistas que está desilusionado y puede que no vote.

Esto podría dar una mayoría de la Asamblea Nacional a la Oposición. Eso sería un desastre para la Revolución. Incluso si la oposición no obtiene una mayoría, pero consigue una votación importante, sería un duro golpe. Una fuerte presencia de la oposición en la Asamblea, le daría una palanca con la que socavar y sabotear la legislación progresista. Lo utilizaría para organizar manifestaciones masivas en las calles, y movilizar a las masas pequeñoburgués y estudiantes de clase media como las tropas de choque de la contrarrevolución. El peligro es real y está presente.

La Revolución Bolivariana está pasando por una fase difícil: difícil, pero absolutamente necesaria e inevitable. Cada revolución en la historia pasa por diferentes etapas. Siempre hay una primera fase –la fase de frases democráticas, como en febrero de 1917 en Rusia o abril de 1931 en España–, una fase de euforia en que las masas están convencidas de que todos sus problemas se resolverán ¡Las cosas parecen muy simples y fáciles en esa fase!

Pero luego viene otra fase, cuando las masas comienzan a darse cuenta de que las cosas no son ni simples ni fáciles. Ven que las cosas no están bien, y experimentan un sentimiento de decepción y desilusión. Una capa cae en la inactividad y la pasividad. La contrarrevolución se vuelve más audaz con cada paso atrás adoptado por la Revolución.

Es cierto que muchos antiguos activistas se han desilusionado y han caído en la inactividad. Pero hay otra capa, la capa más avanzada y consciente de trabajadores y jóvenes, que han desarrollado una actitud crítica y están abiertos a las conclusiones más revolucionarias. En los últimos años hemos visto como este ambiente se está desarrollando rápidamente en la base chavista. Odian a la burguesía y a la burocracia reformista. Están abiertos a las ideas del marxismo revolucionario. Esto fue demostrado por la excelente acogida dada al nuevo periódico marxista Lucha de Clases, cuyo primer número se agotó casi inmediatamente.

Los camaradas de Lucha de Clases estarán en las primeras filas de la lucha por la victoria del PSUV en las elecciones de septiembre. Nuestra primera tarea y más acuciante es derrotar a la contrarrevolución. Pero será imposible derrotar a la contrarrevolución sin una lucha implacable contra la burocracia y la quinta columna burguesa dentro del movimiento chavista. Basándonos en las fuerzas vivas de la sociedad venezolana, los trabajadores, los campesinos y la juventud revolucionaria, vamos a llevar la lucha hasta el final. Una cosa es absolutamente cierta: la Revolución Bolivariana triunfará como una revolución socialista o no triunfará en absoluto.

Caracas-Londres, 05 de julio 2010

Página web de los marxistas venezolanos: Lucha de Clases

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