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Prólogo al libro “Qué fue la Revolución Rusa”, nueva edición de Lucha de Clases

Nos es grato anunciar a nuestros lectores que Lucha de Clases acaba de editar el libro Qué fue la Revolución Rusa, para conmemorar el centenario de este magno acontecimiento. En él tratamos de exponer qué fue la Revolución Rusa y por qué triunfó. El libro consta de los textos de Lenin, Las Tesis de Abril, y los textos de Trotsky, Cómo hicimos la Revolución Rusa y Lecciones de Octubre. También incluye una Introducción de Alan Woods. Reproducimos aquí el prólogo que hemos redactado para esta edición.

Este año se cumple el centenario de uno de los acontecimientos más importantes de todos los tiempos, la Revolución Rusa de 1917. Desde un punto de vista marxista podemos decir que se trata del mayor acontecimiento de la historia de la humanidad, ya que fue la primera vez que las clases oprimidas de la sociedad –la clase obrera en alianza con el campesinado pobre– derribaron a las clases opresoras y tomaron el poder en sus manos para iniciar un modo totalmente nuevo de dirigir la sociedad, cuyo objetivo final era terminar con todo tipo de explotación y opresión para alcanzar una sociedad sin clases, una sociedad socialista.

Sin embargo, la Revolución Rusa tiene una significación que va más allá de un suceso particular ocurrido en un país gigantesco de 150 millones de habitantes, como era el imperio ruso. Tuvo un impacto mundial como no lo ha tenido ningún otro acontecimiento de la historia humana, superando las divisiones entre países, culturas, etnias y religiones, para unir a las clases oprimidas de todo el mundo en una lucha común por un mundo socialista, emancipado de las cadenas de la explotación y la opresión capitalista e imperialista. Sus ecos aún reverberan en la memoria y en la conciencia de la clase trabajadora internacional, y siguen llenando de pesadillas los pensamientos y las perspectivas de la burguesía mundial y del imperialismo.

El motor fundamental de la revolución rusa, y la garantía de su éxito, fue el haberse basado en las ideas y el pensamiento científico más avanzado de su época –y de la nuestra– como es el marxismo, el socialismo científico. La revolución rusa demostró que no sólo era posible teóricamente derribar el capitalismo, sino que era prácticamente realizable, dejando un legado de enseñanzas y ejemplos que constituyen un tesoro valiosísimo para las nuevas generaciones de revolucionarios en todo el mundo en su lucha contra el sistema capitalista. Justamente, porque el Partido Bolchevique de Lenin y Trotsky demostró que la revolución socialista no sólo era posible, sino realizable; es por lo que la burguesía internacional se ha esforzado durante un siglo en calumniar y ennegrecer la gesta de los obreros y campesinos rusos, y así tratar de conjurar nuevos Octubres.

A lo largo de estos 100 años, las clases opresoras no han podido evitar el estallido y desarrollo de innumerables procesos revolucionarios de carácter socialista en todos los rincones del mundo. Este hecho muestra la tendencia subyacente de la sociedad a superar un sistema caduco e irracional que ha sobrevivido más allá de su necesidad histórica, y que está condenado a desaparecer como lo hicieron en su momento el esclavismo y el feudalismo.

Cierto es que, a diferencia de la Revolución Rusa, todos los demás procesos revolucionarios terminaron en derrotas o fueron desviados de sus objetivos iniciales: como la revolución alemana de 1918-1919, la revolución italiana de 1920-1922, la revolución española de 1931-1937, la ola revolucionaria en Europa que siguió a la Segunda Guerra Mundial, los acontecimientos revolucionarios que impregnaron el sur de Europa y América Latina en los años 70 del siglo pasado, entre muchos otros. La lección más importante que se sigue de todo esto es que no fue la insuficiente conciencia revolucionaria de las masas trabajadoras, o su falta de disposición a luchar, lo que provocaron esas derrotas, sino la ausencia de un partido y de una dirección revolucionaria que, a diferencia de los bolcheviques, estuvieran a la altura que demandaba la tarea histórica a acometer.

Hoy, después de varias décadas de relativa estabilidad y “paz social”, el orden capitalista ha entrado en un nuevo período de crisis orgánica, como en los años 20-30 y 70 del siglo pasado. La crisis económica capitalista global iniciada en 2008 está lejos de haber terminado. Los principales economistas burgueses reconocen que nos enfrentamos a una “crisis secular” del capitalismo, con décadas por delante de crecimiento económico raquítico, estancamiento, desempleo masivo y disolución del viejo Estado de Bienestar. Por no hablar de otras expresiones del callejón sin salida que representa el capitalismo: como el cambio climático, las guerras imperialistas en Oriente Medio y otras partes, o la epidemia de terrorismo fundamentalista. Todo esto está golpeando la conciencia de millones en todo el mundo, y representa una receta acabada para un auge de la lucha de clases. Ya hemos tenido un preámbulo de esto con la Primavera Árabe, las luchas de masas en el Sur de Europa contra las políticas de austeridad, y el inicio de un proceso de radicalización política muy extenso que ha abarcado a Europa y EEUU y que se ha expresado en un primer momento en fenómenos como el de Syriza en Grecia, Podemos en el Estado español, el liderazgo laborista de Jeremy Corbyn en Gran Bretaña, o el movimiento alrededor de Bernie Sanders en EEUU.

La nueva generación quiere aprender, y aprenderá en la escuela del marxismo revolucionario. Nada mejor para ello que estudiar la fantástica experiencia de la Revolución Rusa en los textos de sus principales protagonistas, Lenin y Trotsky.

Los textos que ofrecemos al lector colmarán, estamos seguros, su interés por saber exactamente qué fue la Revolución Rusa y por qué triunfó. Dejando a un lado la monumental Historia de la Revolución Rusa, de León Trotsky, organizador directo de la toma del poder en octubre de 1917, los textos que ofrecemos al lector representan los análisis más relevantes para conocer las condiciones en las que se encontraba y a las que se enfrentaba el Partido Bolchevique al inicio de la revolución. También suministran los debates, polémicas y crisis por las que hubo de pasar el partido para asimilarse las tácticas y el programa correctos con que hubo de dotarse para coronar exitosamente la Revolución Rusa. Nada más lejos de nuestro interés que escamotear la verdad histórica y presentar un cuadro idílico del Partido Bolchevique en medio de la revolución. Fue, particularmente, la lucha y la labor tenaz de Lenin dentro del partido, en cada etapa crítica de la revolución, alineándose con el verdadero desarrollo del movimiento de las masas y su nivel de conciencia, lo que permitió al Partido Bolchevique estar a la altura de su tarea histórica.

El primero de los textos que presentamos son las conocidas Tesis de Abril, de Lenin. Las Tesis de Abril fueron escritas el 4 y 5 de abril de 1917, recién llegado Lenin a Rusia, procedente de su exilio en Suiza, poco más de un mes después del comienzo de la revolución. En sus Tesis, Lenin se enfrentó a la mayoría de la dirección bolchevique sobre el carácter de la revolución rusa, el papel de la clase obrera en la misma, y la actitud hacia la guerra y hacia el Gobierno Provisional burgués surgido al comienzo de la revolución. Contra la opinión de la mayoría de la dirección bolchevique, Lenin se pronunció por la toma del poder de la clase obrera a través de los sóviets, una vez que constató que la etapa democrático-burguesa de la revolución rusa se había agotado tras la Revolución de Febrero. Y fue el único de los dirigentes bolcheviques que percibió a los sóviets desde el principio, como el embrión del futuro Estado obrero en Rusia. También combatió las posiciones en la dirección bolchevique de mantener el apoyo crítico al Gobierno Provisional surgido de la Revolución de Febrero, y a quiénes justificaban el apoyo a la continuación de la guerra como una supuesta defensa revolucionaria de las conquistas democráticas de la revolución frente al militarismo alemán.

Lenin leyó las Tesis en dos reuniones (una de bolcheviques y otra conjunta de delegados bolcheviques y mencheviques a la Conferencia de toda Rusia de los Sóviets de diputados obreros y soldados) celebradas el 4 de abril de 1917 en el Palacio de Táurida.

Las Tesis de Abril fueron publicadas por primera vez el 7 de abril, en el número 26 de Pravda con la firma de “N. Lenin” al negarse el resto de dirigentes bolcheviques a acompañar su firma en las mismas. Los periódicos bolcheviques de Moscú, Járkov, Krasnoyarsk, Ufá, Bakú, Tiflis y otros sitios reprodujeron el artículo.

Finalmente, en la conferencia del partido celebrada al final de ese mes, estas Tesis fueron aprobadas por amplia mayoría, y dotaron al Partido Bolchevique de la base táctica y programática con que se enfrentó al proceso revolucionario hasta la conquista del poder.

Los textos de las Tesis que publicamos aquí constan de dos partes. La primera son las Tesis originales publicadas en la prensa bolchevique el 7 de abril. La segunda, más extensa, es el proyecto de programa para el partido escrito por Lenin, que desarrolla las ideas contenidas en las Tesis, y que fue aprobado en la conferencia de abril del partido, con unas pocas enmiendas.

El segundo texto que presentamos es Cómo hicimos la Revolución Rusa, escrito por León Trotsky en la primavera de 1918, poco después de la firma del acuerdo de paz con Alemania en marzo de 1918. Este libro, como explica el autor, tomó como base los apuntes y pensamientos anotados por Trotsky en los intervalos de las negociaciones de paz, y fue publicado en el verano de 1918.

Esta obra, escrita con trazos firmes y concisos, abarca el período de los 9 meses de la revolución rusa, de febrero a octubre, y continúa detallando los primeros meses del régimen soviético hasta la firma del tratado de paz con Alemania en el pueblo polaco de Brest-Litovsk en marzo de 1918. El objetivo del libro era doble. Por un lado, ofrecer al proletariado del extranjero, lo más inmediatamente posible, un relato del triunfo revolucionario a fin de extender el fuego de la rebelión por toda Europa y Oriente, de ahí que fuera traducida rápidamente a 7 idiomas, incluido el chino. El segundo cometido era explicar lo más rápidamente posible –en particular al proletariado de los países contendientes en la guerra europea– las condiciones en que el joven Estado obrero ruso había sido obligado a firmar una paz muy desventajosa con Alemania, fruto del chantaje imperialista y del peligro de destrucción de la revolución rusa, incapaz entonces de librar una guerra revolucionaria contra aquél país.

En su obra, Trotsky sintetiza magistralmente las etapas y desarrollos principales de la revolución rusa. Hay que hacer notar que, en este folleto, Trotsky adapta el calendario original de la revolución rusa –vigente en el imperio ruso– al calendario occidental, que el gobierno soviético había adoptado ese mismo año para la Unión Soviética. De ahí que Trotsky hable de Revolución de Marzo, en lugar de Revolución de Febrero; y de Revolución de Noviembre en lugar de Revolución de Octubre.

El último texto, Lecciones de Octubre, también de León Trotsky, apareció en octubre de 1924, como prólogo a los dos volúmenes de recopilación de sus escritos del primer año de la revolución, que tenían por título 1917.

Este escrito, elaborado para sacar conclusiones de la malograda experiencia de la situación revolucionaria surgida en el otoño de 1923 en Alemania, toma como base para explicar lo sucedido la propia experiencia de la Revolución Rusa.

Esta obra es de una gran importancia, no sólo porque traza un repaso crítico de las diferencias y luchas internas del Partido Bolchevique durante los 9 meses de revolución y en las semanas posteriores a la toma del poder –y en las que en prácticamente todas las ocasiones Lenin y Trotsky manifestaron una unidad de criterio total–; sino porque Trotsky muestra cómo en todo proceso revolucionario –sea cual sea el país y las condiciones– tiende a repetirse el mismo patrón de desacuerdos y desavenencias internas cuando la dirección revolucionaria se enfrenta a la tarea inmediata de afrontar la toma del poder. Para Trotsky era esencial que los nuevos partidos comunistas, jóvenes e inexperimentados, se asimilaran las principales lecciones de la Revolución Rusa a fin de atenuar y superar la crisis que tiende a abrirse en la dirección revolucionaria en vísperas del momento decisivo.

Este escrito también tiene una importancia de carácter histórico, porque fue –por así decirlo– el texto fundacional de la lucha del ala izquierda del partido, encabezada por Trotsky, contra el “triunvirato” formado por Kámenev-Zinóviev-Stalin que empezaba a encarnar por entonces el proceso incipiente de burocratización y de giro a la derecha de las capas superiores del Partido Comunista y del Estado soviético.

Esta edición cuenta también con una introducción del teórico marxista británico y dirigente de la Corriente Marxista Internacional, Alan Woods. Es un texto escrito en noviembre de 1992 para conmemorar el 75º aniversario de la Revolución Rusa, titulado: La Revolución Rusa: el significado de Octubre, en el que Alan Woods realiza un recorrido histórico detallado por las principales etapas de la Revolución Rusa y resalta su significación universal. El lector poco familiarizado con la Revolución Rusa encontrará en este texto un maravilloso preámbulo que le resultará muy útil para absorber con todo detalle los escritos inigualables de Lenin y Trotsky sobre la Revolución Rusa que presentamos en esta edición.

Por último, acompañamos estos cuatros textos con un material suplementario que ayudará a orientarse al lector a lo largo de la lectura, y que consiste en notas explicativas, una lista de los partidos y organizaciones políticas más relevantes que tomaron parte en la Revolución Rusa, la prensa que se menciona, y un índice de nombres.

 

David Rey

Madrid, 15 de abril de 2017

Año 100 de la Revolución Rusa

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