Presentación del libro «La Gran Traición» en Vitoria-Gasteiz en colaboración con la Asociación de víctimas del 3 de marzo/Martxoak 3 Elkartea
Como no podía ser de otra forma, la ronda de presentaciones de La Gran Traición empezó ayer en Vitoria-Gasteiz, la ciudad que año a año sigue recordando a algunas de las víctimas de la mal llamada Transición.
En reconocimiento a esas asambleas de trabajadores y amas de casa, a los más de 100 heridos y a las 5 personas asesinadas por la policía, se ha organizado una presentación junto a la Asociación de Víctimas 3 de Marzo/Martxoak 3 Elkartea, a la que han asistido alrededor de 50 personas. Hasta el momento se han distribuido en Vitoria-Gasteiz 60 libros.
Todo el debate ha estado marcado por ese espíritu del 3 de marzo, lo que la patronal de aquella época llamó “pequeño soviet local”. Presentó el acto Daniela Castro que dio la bienvenida en euskera a los asistentes y al autor del libro, Alan Woods, que a continuación tomó la palabra, recordando su estancia en Vitoria-Gasteiz días antes de la brutal represión a los trabajadores, participando en asambleas que le dejaron muy marcado por la cantidad de gente que asistía, el ambiente de respeto durante los turnos de palabra y los ánimos de la clase trabajadora. Ha recordado emocionado las palabras de una ama de casa: “Si sólo tengo pan para dar a mis hijos, les diré que coman pan, porque esta lucha la tenemos que ganar”, su espíritu es el que da nombre al libro, refiriéndose a todas las personas anónimas que provocaron decenas de millones de horas de trabajo perdidas en huelgas, algo sin precedentes ni en la Alemania nazi ni en la Italia fascista, para luego ser traicionadas por los dirigentes del movimiento obrero. En una foto de familia con los falangistas, los que ahora son considerados grandes hombres sabios, Carrillo, Felipe González, Suarez, Roca, Ajuriaguerra, Tierno…, mantuvieron prácticamente intacto el régimen franquista y aceptaron una ley de amnistía que perdona por igual a los manifestantes pacíficos encarcelados que habían sido torturados y a los genocidas que habían permitido y cometido asesinatos y torturas.
Tomaron la palabra los portavoces de la Asociación Santiago Díaz de Espada y Andoni Txasko que trasladaron el espíritu de las luchas, explicaron la situación legal de la defensa de la memoria de las victimas, especialmente la imputación del ministro franquista Martín Villa, responsable directo de los asesinatos de Vitoria, por la jueza Servini en la causa abierta en Argentina e hicieron un paralelismo con la situación actual.
Las intervenciones han estado marcadas por la experiencia directa de esos acontecimientos, recordando que a día de hoy sigue siendo imposible juzgar los crímenes franquistas por considerarse delitos prescritos (cuando los crímenes de lesa humanidad no prescriben).
Cerró el acto Pepe Blanes recordando el potencial de la clase trabajadora, como lo muestran el 1 de octubre en Catalunya y la reciente victoria de los trabajadores de Tubacex. Con una dirección que esté a la altura se puede romper el candado del régimen del 78 y de un sistema que pone en riesgo hasta la supervivencia humana en el planeta.
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