La OTAN, Rusia y el infierno de Siria: La impotencia del imperialismo
Es un cuento que recita un idiota, lleno de ruido y de furia, pero falto de toda lógica. (Shakespeare. Macbeth, Acto 5)
Cuando el ejército de Estados Unidos irrumpió en Irak no existía Al Qaeda en este país. Ahora, toda la región está en las garras de la locura yihadista. Este es el resultado directo de la intromisión del imperialismo norteamericano. Los políticos de Washington no entendieron ni previeron nada. Es irónico que la destrucción de la vieja maquinaria del Estado de Saddam Hussein y del ejército iraquí, que alteró el equilibrio de poder en la región, creara un vacío que fue ocupado por el Estado Islámico (ISIS), por un lado; y por su viejo enemigo Irán, por otro.
Los EEUU se enfrentan a la creciente amenaza de la violencia yihadista que se está extendiendo como una epidemia incontrolable por el Medio Oriente y África del Norte, atravesando el desierto del Sahara y a punto de estallar a través de Nigeria, arrastrando a los países vecinos de Níger, Chad y Camerún ¿Cuál es la respuesta de la mayor potencia militar del mundo a esta amenaza? Bombardear desde una gran altura. Estados Unidos y sus aliados han bombardeado posiciones del Estado Islámico y sin duda han causado a los yihadistas algunos inconvenientes considerables. Pero es un secreto a voces que bombardear sólo no gana guerras; y aún menos, guerras como la de Irak y Siria. Los estadounidenses necesitan tener botas sobre el terreno. Sólo que dichas botas no deben ser las norteamericanas. Después de las debacles de Irak y Afganistán la opinión pública de Estados Unidos está harta de aventuras militares extranjeras y no estaría muy feliz de volver a ver a los soldados estadounidenses participando en otra más.
¿Cómo se puede resolver este problema? Algunos optimistas incurables sitúan sus esperanzas en el ejército iraquí. Pero esta es la más vana de todas las ilusiones vanas. Cuando destruyeron al ejército iraquí, los estadounidenses eliminaron la única fuerza militar en la región capaz de actuar como un contrapeso al poder de Irán. Ahora, los restos patéticos de esa fuerza están destrozados, plagados de divisiones sectarias, desmoralizados y no están en condiciones de luchar contra el Estado Islámico ni contra nadie. Su falta total de capacidad de combate se demostró el verano pasado cuando el ejército iraquí huyó como conejos asustados dejando Mosul a merced de las hordas yihadistas del Estado Islámico Así que ahora, con más de un suspiro, las damas y caballeros en Washington se ven obligados a acudir en busca de asistencia a la única opción viable: llegar a un acuerdo con Irán.
Con mucho retraso, los estadounidenses han despertado al desastroso estado de cosas que ellos mismos han creado y que ahora les amenaza. Obama fue incapaz de intervenir militarmente en Irak o Siria debido a la oposición del pueblo estadounidense que está cansado de aventuras militares imperialistas. Lo mismo ocurre en Gran Bretaña, donde David Cameron no pudo asegurar una mayoría parlamentaria para bombardear Siria (es decir, para bombardear al régimen de Assad). La diplomacia estadounidense por lo general muestra tanta delicadeza como un elefante en una cacharrería. En ninguna parte están estas contorsiones diplomáticas más crudamente expuestas como en el lío en que los estadounidenses se han metido en el Medio Oriente. Los imperialistas estadounidenses y sus «aliados» (es decir, sus títeres obedientes) en la OTAN se encuentran ahora en una situación imposible. Están tratando de seguir dos caminos a la vez, y en el proceso se encuentran a cada paso enredados en nuevas e insolubles contradicciones.
Contenido
Rusia interviene
Los rusos han superado en astucia a los norteamericanos a cada paso. En Ucrania, han detenido a los estadounidenses en su intención de asumir el control de la zona y, de hecho, han impuesto su voluntad por la fuerza. Las sanciones occidentales no han tenido el efecto deseado de socavar el poder de Putin. Por el contrario, han provocado (al menos por el momento) el aumento de su popularidad a niveles inauditos. Confiado en su posición de fuerza, el presidente ruso ha decidido desafiar a los estadounidenses en el escenario mundial, eligiendo a Siria como su principal campo de operación.
Primero, decidió hacer acto de presencia en las Naciones Unidas y eso que no hace mucho tiempo Obama y Kerry estaban echando fuego y azufre contra el hombre del Kremlin. Hace sólo doce meses, tras el conflicto de Ucrania, el líder ruso era considerado como un paria, al ser rechazados por todos. De repente, inesperadamente Putin aparece en las Naciones Unidas y se convierte en el centro de atención. Incluso aparece en público junto con el presidente de Estados Unidos con un muy bien publicitado apretón de manos – aunque no muy cálido para ser sinceros.
Al parecer, Putin estaba probando el terreno para sondear las intenciones del presidente de Estados Unidos antes de actuar. Para él, el objetivo principal era, y es, mantener a Al-Assad en el poder como un aliado fiable de Rusia y para detener el avance de los rebeldes islamistas que estaban llegando cada vez más cerca de las principales áreas de apoyo de Assad en el oeste –y de las bases rusas allí. Por lo menos se puede decir que las intenciones de Putin eran claras y carecen de ambigüedades. Eso le da una apariencia de fuerza.
Obama, por el contrario, es un hombre con un Congreso fuertemente dividido, una oposición Republicana rabiosa y una opinión pública que está cansada de guerras y aventuras en el extranjero. Él tiene que mantener un acuerdo con Irán sobre las armas nucleares, que es odiado por Arabia Saudita e Israel y también por sus amigos Republicanos en el Congreso. En resumen, tiene que enfrentarse en todos los frentes a la vez. Eso le da una apariencia de debilidad. El líder ruso volvió a Moscú convencido de que, con respecto a Siria, los estadounidenses harían exactamente lo mismo que en lo que respecta a Ucrania – es decir, nada de ninguna consecuencia.
Los rusos inmediatamente redoblaron sus envíos de armas a Damasco, inundándola de armas y equipamiento. Luego, hace una semana, pusieron en marcha una serie de bombardeos devastadores contra el Estado Islámico y otros objetivos. A diferencia de los bombardeos estadounidenses, que han sido más o menos ineficaces, la fuerza aérea rusa ha atacado al enemigo con eficacia mortal y despiadada. El efecto a escala mundial fue el equivalente a un terremoto político.
El mito de la oposición «moderada»
Una vez más, las agencias de inteligencia de Estados Unidos fracasaron en anticipar la escala y los objetivos de la intervención rusa en Siria. Evidentemente, la CIA estaba demasiado ocupada apoyando a asesinos yihadistas en sus esfuerzos por derrotar al ejército de Assad, antes que prestar atención a lo que estaba sucediendo en Moscú. El Congreso ha iniciado una investigación sobre este fracaso humillante. Washington protesta porque los rusos están bombardeando no sólo objetivos del Estado Islámico, sino también a las fuerzas de la oposición «moderada» respaldadas por Occidente, que están atacando al ejército sirio en el oeste.
Parece ser el caso que la mayoría de los recientes combates se ha concentrado en Hama, una provincia central con una capital de mayoría sunita que ha permanecido en manos del régimen desde el inicio de la guerra. Es clave para la estrategia de Assad consolidar el control sobre los principales centros de población en una franja del territorio desde Latakia, en el norte, a través de Homs, Hama y Damasco. Rebeldes islamistas recientemente intentaron hacerse con el control de la llanura estratégica de Al-Ghab –en el campo de Hama, acercándose a las fortalezas costeras de Assad. La estrategia de Rusia parece estar dirigida principalmente a asegurar este territorio de nuevas incursiones. Jaysh al-Fateh, una coalición de facciones rebeldes islamistas, conquistó la mayor parte de Idlib en una ofensiva en la primavera, lo que obligó al régimen a abandonar la provincia. Ataques aéreos rusos han atacado en repetidas ocasiones la provincia durante la semana pasada.
Sin embargo, las protestas de los norteamericanos apestan a pura hipocresía. Se sabe que Turquía, Arabia Saudita y Qatar han estado armando y financiando a los islamistas en el oeste en lugar de luchar contra el Estado Islámico en el este. Washington nunca protestó sobre esto por la sencilla razón de que la CIA está involucrada hasta el cuello en estas mismas actividades. Así que de acuerdo con esta lógica, es muy razonable para los americanos, turcos, saudíes y qataríes intervenir militarmente en el oeste de Siria, pero no está bien que los rusos e iraníes intervengan para restablecer el equilibrio militar.
Los pequeños grupos de rebeldes anti-Assad que están siendo entrenados por los Estados Unidos son muy pocos para causar la más mínima diferencia. El hecho es que todos los grupos que luchan contra Assad son reaccionarios fanáticos islamistas de un tipo u otro. Los llamados «moderados» están actuando como una cabeza de puente para canalizar las armas enviadas por los estadounidenses a Al Qaeda. Los estadounidenses anunciaron que iban a formar una fuerza de combate de 5.000 «moderados», pero ahora admiten que sólo quedan cinco (donde están estos Famosos Cinco y lo que están haciendo sigue siendo un completo misterio). Al final, los estadounidenses se han dado cuenta de que se trataba de una muy mala inversión y ahora han cancelado esta operación costosa y bastante absurda.
El hecho es que no existe eso que llaman oposición islamista “moderada” en Siria. Esta es una flagrante mentira diseñada para engañar a la opinión pública occidental para conseguir el apoyo a la campaña por el «cambio de régimen» en Siria –que hasta hace poco era el principal objetivo del imperialismo estadounidense. Una fuente procedente de la familia real saudí experta en asuntos de defensa y seguridad confirmó que el llamado «Ejército de la Conquista» (Jaysh al-Fateh) la nueva coalición militar que ha tomado la región de Idlib y grandes partes del norte de Siria, está plenamente respaldada y armada por los regímenes de Arabia Saudita y Qatar. Jabhat Al-Nusra y Ahrar Al-Sham –dos grupos yihadistas extremistas– representan el 90 por ciento de las tropas en esta coalición. Los saudíes y qataríes han acordado proporcionar financiación para el 40 por ciento de sus necesidades, mientras que la propia coalición se encarga del resto, principalmente por medio de captura de material.
¿Quiénes son esas personas? Jabhat Al-Nusra es conocido por estar afiliada a Al-Qaeda, mientras que Ahrar Al-Sham también se cree que está muy influida, si no controlada, por Al-Qaeda. Un miembro fundador y de alto rango del Ahrar Al-Sham, Mohamed Bahaiah, ha puesto de manifiesto en los mensajes de las redes sociales vinculadas con la organización que él es un destacado agente de Al-Qaeda. Tanto Jabhat Al-Nusra como Ahrar Al-Sham prometieron cortar sus lazos con Al Qaeda, pero en realidad no lo han hecho. Ambos grupos también dicen que han cortado sus vínculos con el ISIS, aunque Ahrar Al-Sham ha luchado junto a éste en el pasado.
Ideológicamente, sin embargo, estos grupos defienden las mismas ideas retorcidas y reaccionarias que el Estado Islámico. Las llamadas «fuerzas moderadas anti-Assad» son en realidad extremistas yihadistas cuyas diferencias con el Estado Islámico son meramente tácticas y de grado, no sustanciales. Ellos son igualmente de entusiastas con la imposición de la ley islámica, la opresión de las mujeres, la amputación de manos, piernas y decapitaciones, y con la conversión de Siria a un estado de barbarie.
La OTAN «reacciona»
La campaña aérea de Rusia está claramente coordinada con el avance del ejército sirio en el noroeste de Siria contra los rebeldes islamistas antes mencionados. El jefe del ejército del régimen sirio, el general Ali Abdullah Ayoub, anunció «una vasta ofensiva para derrotar a los grupos terroristas» y restaurar el control sobre las zonas controladas por la oposición. Las tropas sirias, con la moral impulsada por la intervención rusa, han lanzado una ofensiva terrestre respaldada por ataques aéreos rusos y con el apoyo iraní.
Los americanos se quejan ahora furiosamente de que los rusos no les han dado suficiente información sobre sus objetivos en Siria, que les resulta imposible coordinar los bombardeos, que existe el riesgo de accidentes, etc, etc. Pero los rusos no prestan ninguna atención a las quejas de Estados Unidos y continúan destruyendo sus objetivos sin piedad. El espectáculo de los misiles de larga distancia lanzados desde los buques de guerra rusos en el Mar Caspio, golpeando objetivos dentro de Siria, ha sido una muestra impresionante del poderío militar ruso
Desde un punto de vista puramente militar, no era necesario recurrir a estos métodos, ya que los rusos poseen instalaciones suficientes dentro de la propia Siria para lanzar misiles contra el enemigo. Era claramente un intento (y muy exitoso) de mostrar al mundo (y en particular a países como Turquía) lo que los rusos son capaces de hacer. Del mismo modo, las incursiones de aviones de guerra rusos en el espacio aéreo de Turquía tenían la intención de intimidar. Nadie cree en las declaraciones de inocencia del Ministerio de Defensa en Moscú, de que todo esto fue sólo un pequeño malentendido (un «error»). Esto no debe causar extrañeza, ya que Moscú desde el principio nunca tuvo la intención de ser creído.
Turquía, en caso de que se haya olvidado, es miembro de la OTAN (a pesar de que está muy alejada del Atlántico Norte o de cualquier otra parte del Atlántico). Por lo tanto, Erdogan corrió inmediatamente a llamar a las puertas de sus amigos y aliados para protestar por esta violación flagrante de la soberanía turca. El hecho de que la camarilla gobernante de Turquía, junto con sus compañeros bandidos saudíes y qataríes, hayan estado violando sistemáticamente la soberanía nacional de Siria durante años, nunca se menciona; a fin de no ofender a los delicados sistemas nerviosos de los bandidos antes mencionados.
En una reunión de ministros de Defensa de la OTAN en Bruselas, los ministros acordaron «aumentar las fuerzas de respuesta rápida de la OTAN para dirigirlas rápidamente a los focos de tensión». Fiel a sus principios básicos de solidaridad, la OTAN reaccionó de inmediato con un plan claramente diseñado para causar el máximo de conmoción y pavor en Moscú. Han publicado una declaración ¡No! Han hecho varias declaraciones.
El Secretario de Defensa de EEUU, Ashton Carter, dijo que los misiles rusos habían sido disparados sin dar aviso a otros Estados de la región, y que pasaron a pocas millas de alcanzar a un avión no tripulado estadounidense sobre el espacio aéreo sirio. «Hemos visto un comportamiento cada vez más poco profesional de las fuerzas rusas. Violaron el espacio aéreo turco… Dispararon misiles crucero desde el mar Caspio sin previo aviso», gimió patéticamente el secretario de Defensa. A pesar de la supuesta «falta de profesionalismo», los militares rusos han hecho más daño a las fuerzas jihadistas en pocos días que los estadounidenses en doce meses. Y si Carter está tan preocupado por el riesgo de colisiones aéreas, ¿por qué sigue negándose a coordinar su campaña aérea con los rusos contra el ISIS? En respuesta a los gritos de protesta de Washington y Bruselas, los rusos podrían citar la canción infantil inglesa:
«Los palos y piedras pueden romper mis huesos
Pero las palabras nunca me harán daño».
¿Qué va a hacer la OTAN, además de emitir declaraciones redactadas en términos muy enérgicos? ¿Qué uso se hará de la famosa «fuerza de respuesta de la OTAN destinada a moverse rápidamente hacia los puntos de tensión»? ¿Será lanzada en paracaídas en Moscú? ¿Tal vez pueda secuestrar a Putin, o disponer de él como lo hicieron con Osama Bin Laden? Como mínimo, ¿podría esperarse que fuera enviada a Turquía como una clara expresión de apoyo a un Estado miembro asediado? Hoy el periódico The Guardian responde a estas intrigantes preguntas de este modo:
«No hay planes para desplegar las fuerzas en Turquía, aunque el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, sugirió que sólo su existencia debería desalentar futuras incursiones rusas o sirias en territorio turco. «Nosotros no tenemos que desplegar la fuerza de respuesta de la OTAN u otras fuerzas especiales de disuasión», dijo Stoltenberg. «Lo importante es que cualquier adversario de la OTAN sepa que somos capaces de desplegarlas.»
¡Así que ahí lo tenemos! En las palabras del poeta: «Parirán las montañas; nacerá un ridículo ratón»
Las protestas de los aliados norteamericanos de la OTAN de hecho se parecen nada más que al chillido de un ridículo ratón. La ministra de defensa de Alemania, Ursula von der Leyen, dijo que Rusia debe reconocer que si elige como objetivo de sus ataques a los grupos opositores de Siria que luchan contra el ISIS, «Rusia fortalecerá al ISIS y esto no puede favorecer los intereses de Rusia, ni los nuestros». Pero tal consejo amistoso caerá en saco roto en el Kremlin, que no necesita que la señora Von der Leyen le eduque sobre cuáles son sus intereses.
Los ratones de Westminster suman sus voces a este coro chillón. El Secretario de Defensa británico Michael Fallon advirtió seriamente que la intervención de Rusia estaba creando «una situación muy grave en Siria mucho más peligrosa». Fallon no dijo para quien sería más peligrosa, pero en cambio anunció que el Reino Unido, independientemente de todos los estados de la OTAN, tomaría una acción militar decisiva para disuadir a Rusia de sus malas intenciones. Enviarían más de un centenar de soldados británicos – no a Siria, y no a Turquía, sino a los Estados bálticos. ¿De qué manera la presencia de un centenar de soldados británicos (que, por cierto, no están destinados a luchar, sino sólo a entrenar) podría «presionar contra Rusia», ya sea en Siria o en el Báltico, es un misterio cuya solución sólo se puede encontrar en el desconcertado cerebro del Sr. Fallon. En una palabra, si la situación no fuera tan seria, proporcionaría un excelente material para un programa de humor televisivo.
Los «aliados regionales»
En realidad, las únicas fuerzas que pueden hacer retroceder al ISIS son la fuerza aérea rusa combinada con las fuerzas terrestres de los combatientes de Hezbolá y del ejército iraní y de la Guardia Revolucionaria. Eso explica por qué los estadounidenses se vieron obligados a abandonar su actitud beligerante ante Teherán y llegar a un débil compromiso con Irán respecto a su programa nuclear a cambio de la reducción de las sanciones. Este fue, sin duda, un humillante paso atrás para Washington y un importante triunfo diplomático para Teherán. Irán tiene ahora el control efectivo sobre Irak y una gran influencia en Siria, así como sobre la mayor parte de Líbano, la base de la poderosa Hezbolá pro-iraní.
Aquellos que no hemos perdido por completo la memoria hemos tenido que pellizcarnos para darnos cuenta de que no estamos soñando ¿América se está metiendo en la cama con Irán? Pero ¿no es el mismo Irán que no hace mucho tiempo fue demonizado por la prensa estadounidense como parte del «eje del mal»? ¿Y no era hace mucho tiempo que Estados Unidos estaba considerando bombardear a Irán mismo para curarlo de su irritante anhelo por las armas nucleares?
La razón de esta notable transformación no es difícil de ver. Para que las botas sobre el terreno tan fervientemente deseadas por Washington tuvieran la marca “hecho en Irán” estampada en sus suelas. Todo el mundo sabe que la peor parte de la lucha en Irak está siendo asumida por las milicias chiítas patrocinadas por los iraníes y la Guardia Revolucionaria. El gobierno de Bagdad es muy dependiente de Irán. El temor de Arabia Saudita y de otros países de la región es que Irak se está convirtiendo en una satrapía iraní más. Este resultado no es en absoluto lo que deseaba Washington, pero es la consecuencia lógica de todas las acciones de los Estados Unidos.
Este cambio de actitud ha dado lugar a más complicaciones para la política exterior de Estados Unidos. Ha enfurecido a los saudíes que ven a Irán como el enemigo principal. Irán está apoyando a las milicias chiítas Houthi -que barrieron Yemen y tomaron el control de su capital Adén, expulsando a la marioneta de Arabia Saudita. En respuesta a esto, Arabia Saudita ordenó a su fuerza aérea bombardear a los rebeldes. Se ha formado una coalición contrarrevolucionaria que tiene la intención de ahogar en sangre la insurrección yemení. Han bombardeado brutalmente al país, pulverizando su infraestructura, destruyendo escuelas y hospitales y matando a un gran número de civiles. Por supuesto, la «prensa libre» de Occidente, que denuncia constantemente a Assad por la brutalidad de sus ataques, mantiene la boca firmemente cerrada acerca de las atrocidades cometidas por «nuestros amigos saudíes» en Yemen y otros lugares.
La camarilla saudí gobernante es el centro de la contrarrevolución en toda la región, está provocando deliberadamente el sectarismo religioso, y arma y financia a las fuerzas de Al Qaeda para este sangriento trabajo. Pero a pesar de los bombardeos asesinos, los Houthis no han sido destruidos y hay un odio general entre la masa de la población hacia los sauditas y sus aliados.
El hecho de que los sauditas pidieran a Pakistán unirse a su campaña militar contra los rebeldes Houthi (que sabiamente rechazaron la oferta) indica que la perspectiva de una ofensiva terrestre en Yemen terminaría en un desastre. Esto le plantea un grave problema a Washington, que ha apoyado constantemente a la reaccionaria monarquía saudí, aceptando servilmente todas sus brutales acciones, lamiéndole el trasero a las alimañas que llevan la batuta en Riad, como vimos en el funeral del no llorado finado Rey Abdullah.
Los gobernantes de Arabia Saudita estaban furiosos por el acuerdo con Irán y aún más enfurecidos con la inacción de la OTAN y de los americanos frente a la intervención rusa en Siria. Se dice que los diplomáticos han «perdido la esperanza en» los EEUU. Los ministros de Qatar y Turquía, los socios saudíes en la lucha contra Assad, están sosteniendo conversaciones sobre sus próximos movimientos. La ira de Riad se reflejó en la declaración de 55 líderes religiosos, entre ellos destacados islamistas, instando a los «verdaderos musulmanes» a «dar todo [el apoyo] moral, material, política y militar» a la lucha contra el ejército de Assad, así como contra las fuerzas iraníes y rusas.
Entonces el rey Salman y su camarilla y sus aliados del Golfo se están preparando para contrarrestar el movimiento ruso. ¿De qué manera lo van a «contrarrestar»? ¿Tal vez tomará la forma de enviar armas y dinero a los rebeldes sirios? Pero Arabia Saudita, Qatar y Turquía han estado enviando armas y dinero a los gángsteres yihadistas durante años. El problema ahora es que hay menos yihadistas vivos dispuestos para utilizar las armas, ya que han sido enviados directamente al paraíso por las bombas y misiles rusos.
El podrido régimen saudí está jugando con fuego. Hay un fermento creciente entre la población oprimida chiíta y los pobres de Arabia Saudita, y el descontento en Bahrein, reprimido por las bayonetas saudíes, puede dar lugar a un nuevo levantamiento. Estos fueron los principales factores que determinaron la reacción saudí contra los acontecimientos en Yemen. Pero interviniendo militarmente en Yemen, Arabia Saudí corre el riesgo de desestabilizar su propio régimen, o incluso provocar un levantamiento.
En esta situación, llena de contradicciones, los imperialistas estadounidenses están tratando de hacer frente a dos caminos a la vez, y en el proceso se encontrarán envueltos en nuevas e incluso peores contradicciones. Estas contorsiones diplomáticas son un indicio más del desastre en que los estadounidenses se han colocado en el Medio Oriente. Estados Unidos dice que está acelerando las entregas de armas a Arabia Saudita, sin embargo, al mismo tiempo, el gobierno de Obama está haciendo indicaciones desesperadas a Teherán de que no desea entrar en conflicto con Irán por Yemen. Este es el tipo de torpeza diplomática para la que los Estados Unidos tienen una capacidad única.
Turquía
Junto con Arabia Saudita e Israel, Turquía representa la principal fuerza contrarrevolucionaria en la región. Sin embargo, el régimen de Erdogan no es estable. El levantamiento de masas que se extendió por toda Turquía hace dos años anunció al régimen que sus días estabann contados. Desde entonces, Erdogan ha estado maniobrando para mantenerse en el poder. Parte de este juego es atacar a los kurdos en un intento desesperado por despertar el nacionalismo. La otra parte consiste en el lanzamiento de aventuras en el extranjero, especialmente en Siria. Ninguna de estas tácticas se adapta a los intereses del imperialismo estadounidense.
El régimen reaccionario de Erdogan ha estado respaldando en la práctica al ISIS en sus esfuerzos por derrocar a Assad y el posterior plan de Turquía de dominar Siria. Han proporcionado armas y dinero a los yihadistas y hecho la vista gorda a los miles de voluntarios yihadistas procedentes de otros países que entran en Siria a través de Turquía sin ningún problema, mientras que las autoridades turcas impidieron deliberadamente a los combatientes del PKK cruzar la frontera para ayudar en la defensa de Kobane.
Los rusos han dado una pequeña advertencia a los líderes de Turquía al invadir el espacio aéreo turco con sus cazas. Turquía es miembro de la OTAN y ha hecho un llamamiento a sus aliados en busca de ayuda. La OTAN se queja, gruñe y protesta y no hace nada. De hecho, las relaciones entre Estados Unidos y Turquía se han vuelto cada vez más tensas. El vicepresidente estadounidense, Joe Biden, respondiendo a la pregunta de un estudiante de la Universidad de Harvard, admitió que Turquía, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos habían «invertido cientos de millones de dólares y decenas de miles de toneladas de armas en cualquiera que quisiese luchar contra Al-Assad». «El resultado», dijo, fue que «la gente que estaba siendo provista eran de Al-Nusra y de Al-Qaeda, y elementos extremistas yihadistas procedentes de otras partes del mundo».
Biden se disculpó más tarde con Turquía y los Emiratos Árabes Unidos por «cualquier implicación» de sus palabras de que el armamento de Al-Nusra o Al-Qaeda haya sido intencionado. Por supuesto, el apoyo de Turquía a los yihadistas sirios sin duda fue intencionado, y también lo fue la denuncia pública de Biden. Lo que todo esto revela es la existencia de profundas divisiones y grietas tanto en el gobierno y en el aparato de Estado de Estados Unidos, como entre los Estados que se supone que son sus aliados. En realidad, Turquía ha estado persiguiendo su propia agenda agresiva en la región y ha apoyado activamente a los yihadistas en Siria, especialmente en el oeste. Lo mismo puede decirse de la CIA, que, como de costumbre, no es reacia a hacer su propio juego, con independencia de quién está sentado en la Casa Blanca.
La intervención de Rusia se produce en el momento en que los misiles antiaéreos Patriot de la OTAN están siendo retirados de Turquía. Esta es una muestra de la falta de confianza que los EEUU tienen en Erdogan. Por la misma razón, sin duda, una batería de Estados Unidos fue enviada de vuelta a los EEUU «para su modernización». Alemania retiró su batería en parte en protesta por los ataques aéreos turcos contra los grupos kurdos en Siria, y se espera que España no mantenga sus misiles en Turquía más allá de fin de año.
«C’est pire qu’un crime, c’est une faute» («Es peor que un crimen, es un error»). Las famosas palabras atribuidas a Louis-Antoine-Henri de Borbón-Condé, duque de Enghien, podrían servir como un epitafio apropiado para la política exterior del imperialismo norteamericano en las últimas décadas.
Desde la Segunda Guerra Mundial, nunca habían estado las relaciones internacionales tan cargadas de tensiones. Las agresivas tendencias expansionistas del imperialismo norteamericano desde la caída de la URSS han creado una situación caótica en todas partes: en los Balcanes, en Oriente Medio, en Asia Central, África del Norte, Pakistán y últimamente también en África. Ahora ha llegado la hora de la verdad. La inestabilidad en las relaciones mundiales es un reflejo del callejón sin salida del capitalismo a escala mundial.
Antes de la Segunda Guerra Mundial Trotsky predijo que los EEUU surgirían como la potencia imperialista dominante, pero añadió que sus cimientos estarían construidos sobre dinamita. Hoy vemos que esto es literalmente cierto. La situación insoportable que existe a escala mundial producirá una explosión tras otra: hemos entrado en un nuevo período –un período de guerras, revoluciones y contrarrevolución. Sólo un cambio fundamental en el orden social puede brindar una solución. Tarde o temprano, en un país u otro, la clase obrera triunfará en tomar el poder en sus propias manos. Esa es la única esperanza para el futuro de la humanidad.
Artículo original: http://www.marxist.com/nato-russia-and-the-syrian-inferno-the-impotence-of-imperialism.htm
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