La Unión Europea: una agencia imperialista reaccionaria
Editorial del nº 99 de Lucha de Clases – La Unión Europea pretende pasar como la ciudadela del progreso, la democracia y la libertad en medio de un mundo inhóspito y enloquecido. Josep Borrell, ese pedante y cínico representante de la política exterior de la UE, llegó a definirla como un “jardín que debemos preservar”, en contraposición al resto del mundo pobre y asediado por conflictos bélicos, desastres naturales y olas de refugiados, al que calificaba de “jungla”. Cierto es que esta “jungla” ha sido abonada durante décadas por las multinacionales europeas y sus ejércitos, junto a sus compinches de EEUU, a través del saqueo económico e incontables intervenciones militares, principalmente en sus esferas de influencia más importantes, como África, Oriente Medio y Latinoamérica.
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Inmigración, resultado de la opresión imperialista
Pese a todo, los indeseables habitantes de la jungla, una vez empobrecidos por nuestras multinacionales y los gobiernos corruptos de sus países, a sueldo de la UE; o masacrados por nuestros ejércitos y los desastres naturales, se empecinan en saltar las vallas de nuestro jardín. En 2022, según la Comisión Europea, cruzaron ilegalmente la frontera 331.400 personas, un 61% más que en 2021, de los cuales 148.000 lo hicieron por el mar. 77.500 fueron devueltos a sus países de procedencia, y varios cientos miles más tienen orden de abandonar la UE. 2.000 emigrantes se ahogan anualmente en el Mediterráneo tratando de llegar a nuestras costas, pero este año 2023 se han batido todos los registros con 2400 ahogamientos hasta comienzos de octubre. El imperialismo europeo es criminalmente responsable de este desastre humanitario.
La Unión Europea está implicando a los países pobres de la periferia, como Turquía, Túnez, Libia o Marruecos, para contener la inmigración “ilegal” a cualquier costo, incluso abandonándolos en el desierto del Sáhara sin agua ni comida, como el caso de Túnez, pagando anualmente a estos gobiernos miles de millones de euros. El presupuesto de la UE para estos menesteres asciende a 22.700 millones de euros para el período 2021-2027, incluyendo el sueldo de 10.000 guardafronteras.
Hipocresía moral
Pero hay inmigrantes e inmigrantes. Por razones políticas, cuando les conviene, desaparecen los supuestos problemas sociales, de recursos, laborales y de alojamiento causados por la inmigración. En 2022, la UE destinó 17.200 millones de euros para ayudar a los cientos de miles de refugiados ucranianos, a quienes les otorgaron derecho de residencia, de trabajo y vivienda, asistencia medida y educación.
Y mientras ponen vallas y guardafronteras a los inmigrantes pobres, la UE desarrolla una política agresiva de captación de trabajadores inmigrantes altamente cualificados, para ahorrarse el coste de su alimentación y educación, dejando con menos recursos aún a los países pobres de los que proceden.
En septiembre de 2021, el Parlamento Europeo aprobó una directiva para simplificar la contratación de personas de fuera de la UE. Con la llamada “tarjeta azul”, estos trabajadores altamente cualificados de fuera de la UE tienen derecho a vivir y trabajar en cualquier país de la UE, menos en Dinamarca e Irlanda, con procedimientos de reunificación familiar más rápidos. Pero, pese a su alta cualificación, seguirán siendo trabajadores “de segunda,” pues la directiva incluye bajar el umbral del salario mínimo que los solicitantes deben ganar para conseguir la tarjeta azul. De esta manera, utilizan la mano de obra inmigrante cualificada para golpear los salarios del conjunto de los trabajadores europeos, haciéndolos competir entre sí, mientras que sus partidos de derecha alientan el racismo para dividir y enfrentar mejor a los trabajadores.
La política migratoria de la UE no es más que una continuación de su política imperialista exterior y de su política capitalista y antiobrera interior.
Y es que, en realidad, nuestro “jardín” tiene una zona VIP para potentados y un sucio parterre, bien cercado, para los residentes que son considerados vagos y maleantes. Baste recordar el tratamiento que los mandamases de la UE capitalista infligieron al pueblo griego, entre 2012 y 2018, y en general a toda la Europa del sur, con sus políticas de austeridad salvaje, tras estimular una política de endeudamiento público masivo en toda la UE en los años previos a la gran crisis de 2008. Los bancos y grandes empresas fueron salvados con dinero público, pero las familias trabajadoras fueron abandonadas a su suerte y tratadas como parias.
Una política exterior y militar imperialista
A fin de sostener su imperialismo económico, la UE se ha desarrollado también como una potencia militar agresiva, pese a su papel subalterno al “hermano mayor” norteamericano. Desde 2016, la UE registra un incremento histórico, año tras año, en el gasto militar. En 2022, el conjunto de países que forman la UE gastaron 264.000 millones de euros en armamento, un 13% más que en 2021, descontando la inflación. Los gastos militares de la UE se han incrementado un 62% desde 2014, 102.000 millones de euros más. Junto con EEUU ha intervenido en África, Afganistán, Oriente Medio y, ahora, en Ucrania.
En el actual conflicto en Palestina se ha alineado incondicionalmente con el imperialismo sionista de Israel. La presidenta de la Comisión Europea, el gobierno de la UE, Úrsula von der Leyen, fue tan lejos como para viajar con la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, a rendirle pleitesía y apoyo incondicional al corrupto y criminal primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, solidarizándose abiertamente con la política de bombardeos y asesinatos practicadas en Gaza. Pero fue tan descarada y servil la manera con la que mostró su apoyo a Israel que, incluso, fue demasiado para los hipócritas y cínicos gobiernos y funcionarios europeos.
Como mencionaba El País, en una nota: «La postura de Von der Leyen y su viaje mientras arrecia la crisis humana en Gaza, suscita preocupación en Bruselas. Varias fuentes diplomáticas y comunitarias sostienen que puede dañar el papel de la UE en la región. ‘Ha causado un gran daño del que va a ser muy difícil que la reputación de la UE se recupere’, se lamenta una alta fuente comunitaria» (El País, 14/10/23).
Hablando en plata: el torpe viaje de Von der Leyen ha arrojado al suelo el velo hipócrita de paz, progreso y derechos humanos que dice representar la UE ante la población europea, que bascula mayoritariamente al lado del pueblo palestino, y a quien muy pronto se le va a exigir que acepte dolorosas medidas de ajuste para reducir su abultada deuda pública; y, además, ha puesto bajo amenaza los negocios de las multinacionales europeas en Oriente Medio, África, Asia y Latinoamérica, ya que muchos gobiernos van a tener difícil justificar ante su opinión pública que otorguen contratos a países que apoyan abiertamente el genocidio israelí.
Con este ejemplo podemos medir el enfoque de la preocupación por los derechos humanos en la Unión Europea capitalista. Su moral se nutre exclusivamente de sus intereses económicos y geoestratégicos.
La UE amenaza nuestros derechos democráticos
Las crisis bélicas en Ucrania y Palestina han servido también para poner el foco en la amenaza a nuestros derechos democráticos. Ya con la guerra de Ucrania fueron proscritos todos aquellos que se pronunciaban contra la guerra en los medios de comunicación convencionales, y se prohibieron webs, cuentas de redes sociales, películas y obras de teatro de procedencia rusa. Pero lo sucedido con el conflicto actual en Palestina ha superado todo lo imaginable.
Se ha prohibido exhibir banderas palestinas en eventos deportivos, en Francia se llegaron a prohibir las manifestaciones de apoyo a Palestina, aunque las masas rompieron la prohibición con la acción directa. Se canceló la entrega de un premio a la escritora palestina Adania Shibli en la Feria del Libro de Frankfurt, por relatar en su obra un caso real de violación y asesinato de una chica palestina por soldados israelíes. Numerosos actos de solidaridad con Palestina han sido prohibidos con el argumento de “incitar el terrorismo”. En Francia, el dirigente sindical de la CGT en el departamento del norte, Jean-Paul Delescaut, fue detenido tras publicar el sindicato un comunicado pidiendo el cese del fuego en Gaza. Fuera de la UE, nuestros camaradas británicos vieron prohibidos sus actos en la Universidad, a través de las Sociedades Marxistas que impulsan, a favor de Palestina. En Suiza, la prensa burguesa presentó a nuestros camaradas como “simpatizantes de Hamás”, tras pegar carteles en apoyo a la resistencia palestina.
Estas políticas contra los derechos democráticos revelan, en realidad, el enorme miedo de los grandes banqueros y empresarios europeos a la movilización popular y al estallido de tensiones sociales, inherentes en la sociedad europea, por las propias consecuencias de la crisis capitalista, de precariedad, empobrecimiento y falta de futuro que genera el mismo capitalismo en el continente.
Frente a esta UE capitalista e imperialista, los comunistas oponemos unos Estados Unidos Socialistas de Europa sobre bases voluntarias y democráticas, una vez la clase obrera europea arrebate al gran capital el dominio de la sociedad, como un primer paso a una federación socialista mundial, que saque al planeta de la barbarie y pesadilla actual.
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