Brasil: los actos del 7 de septiembre y la crisis de régimen

El martes 7 de septiembre, día de la independencia de Brasil, el presidente Bolsonaro convocó manifestaciones en apoyo a su gobierno y contra el intento de la Corte Suprema de procesarlo a él y a sus hijos por varios delitos. Publicamos aquí dos artículos de Esquerda Marxista (CMI Brasil), uno sobre los actos convocados por Bolsonaro y otro sobre las contramanifestaciones convocadas por la oposición de izquierda.

Bolsonaro y los actos del día 7 de septiembre

Michel Goulart da Silva

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Foto: Isac Nóbrega

Este martes 7 de septiembre de 2021 hubo una serie de manifestaciones convocadas por Jair Bolsonaro y sus simpatizantes, en varias ciudades del país. Aunque significativos, claramente usando la estructura gubernamental, los actos fueron más pequeños que los vistos hace cinco años en apoyo al juicio político de Dilma Rousseff, lo que demuestra un colapso de la base política que llevó a Bolsonaro a la presidencia en 2018. Lo que a primera vista puede parecer una demostración de fuerza es en realidad la acción desesperada de aquellos que se encuentran cada vez más aislados y destinados a la ruina y a la prisión una vez finalizado su mandato, sea como sea. Sin embargo, los hechos demostraron que Bolsonaro aún mantiene una base leal de apoyo a su política, a pesar del visible declive.

Estas manifestaciones tenían algunos objetivos. Uno de ellos sería desviar la atención de la población de los problemas reales, en particular el aumento de la carestía de la vida, el avance de la pobreza en todo el país, las altas tasas de desempleo y la persistencia de la pandemia ante la desastrosa gestión. de gobiernos, en distintos ámbitos, espesando la cortina de humo que denunciamos en el editorial del último número del diario Tempo de Revolução. Pero la cortina de humo también pretende desviar la atención del asedio judicial que rodea a la familia Bolsonaro. Los actos convocados por la izquierda no lograron contrarrestar a los que apoyan a Bolsonaro, por el papel traicionero de las direcciones, que no logran movilizar contra el gobierno el descontento de la abrumadora mayoría de la población.

También estaba en juego dar cohesión política a la base social que aún apoya a Bolsonaro. A pesar de la confusión en las redes sociales, Bolsonaro necesitaba organizar a sus seguidores en torno a un programa y a un objetivo. Los hechos permitieron, por un lado, identificar un enemigo común al que combatir, que, en este caso, son los ministros de la Corte Suprema, STF, en particular Luís Roberto Barroso y Alexandre de Moraes. “O este ministro se encuadra o tiene que irse”, dijo Bolsonaro en su discurso en São Paulo, refiriéndose a Moraes. Por otro lado, el programa suscitado por Bolsonaro se muestra de forma más precisa, aunque más bien abstracta, centrada en la crítica a la forma en que se llevan a cabo las elecciones, exigiendo “votación impresa y escrutinio público”. El bonapartismo apareció en carteles en algunos actos: “Intervención militar con Bolsonaro en el poder”.

En general, por lo tanto, Bolsonaro ha demostrado que aún conserva cierto apoyo y que tiene una base social dispuesta a defender su mandato presidencial. Sin embargo, esto no es suficiente para un avance sobre los demás poderes y menos para la consolidación de un gobierno bonapartista. Trotsky recordó, en su discusión sobre el bonapartismo: “un gobierno que se eleva por encima de la nación no está suspendido en el aire”. El elemento central de un gobierno bonapartista sería la connivencia o el apoyo, aunque tímido, de la burguesía. El escenario posterior a las movilizaciones muestra lo contrario. En varios órganos de la prensa burguesa se utilizó ampliamente el término «golpe». En la Rede Globo, en la edición del Jornal Nacional del 7 de septiembre, William Bonner insistió en repetir varias veces que Bolsonaro violó la constitución y cometió delitos durante sus discursos. En un editorial publicado hoy, el diario Estado de São Paulo afirmó:

“El presidente Jair Bolsonaro mostró ayer exactamente lo que ha mostrado desde el inicio de su mandato: su irresponsabilidad y su aislamiento político. Tratadas en las últimas semanas como una prioridad nacional por el Palacio del Planalto, las manifestaciones bolsonaristas del 7 de septiembre serán interpretadas por el presidente como una prueba de que el «pueblo» lo apoya, pero un presidente realmente fuerte no necesita convocar protestas a su favor ni intimidar a los demás Poderes para demostrar poder; él simplemente lo ejercita. Así, Bolsonaro reiteró su debilidad, ya atestiguada por varias encuestas que señalan el derretimiento de su popularidad”.

En otro pasaje, el editorial dice:

«Es evidente el desprecio del presidente por la realidad del país. Basta ver que, ante el aumento de la inflación y la caída del empleo, la apuesta de Bolsonaro, interesado sólo en mantenerse en el poder y proteger a su descendencia y a él mismo de la justicia, sigue siendo la de intensificar las tensiones con los otros Poderes y sugerir la posibilidad de una ruptura institucional. En su léxico, no hay solución”.

Por eso, uno de los principales portavoces de la prensa burguesa llama la atención sobre los límites del apoyo gubernamental. También enfatiza el hecho de que Bolsonaro no tiene interés en resolver los problemas a que se enfrenta el país, prefiriendo defender su permanencia en el poder. Además, destaca el papel que juega Bolsonaro en el mantenimiento de la inestabilidad política. Esta postura también es señalada por el editorial de otro portavoz de la burguesía, el diario Folha de São Paulo:

“El mandatario, como se señaló, se convirtió en prisionero de la lógica de la agitación por la agitación. Necesitas crear un factoide por minuto para mantener su círculo de idólatras movilizado. No es justo, mientras tanto , que se vean arrastradas hacia ese vórtice las energías institucionales de una nación acosada por una epidemia mortal, hambruna y desempleo”.

El texto aun enfatiza:

“Las protestas del Día de la Independencia mostraron a Jair Bolsonaro cada vez más atado a su cadena de fanáticos y aislado de las instituciones y de la mayoría de la población. El mito, como lo llaman los aduladores, se esconde en la cueva de la inviabilidad política”.

Este editorial también llama a la resolución de los problemas que afectan al país, lo que, desde el punto de vista de la burguesía, implica la expansión de incentivos estatales que permitan el mantenimiento de las ganancias de los capitalistas. Este es el programa que dos de los principales periódicos burgueses de Brasil sostienen que el gobierno de Bolsonaro debe priorizar, criticando su cortina de humo.

Por tanto, el balance que se extrae de los hechos muestra que, a pesar del mantenimiento de cierta base política, la aventura de Bolsonaro en el día de la festividad no encontró apoyo en la burguesía. Con esto, Bolsonaro gana tiempo para permanecer en el gobierno, pero pone en riesgo el espacio de negociación necesario para avanzar y aprobar las reformas que demanda la burguesía y acciones gubernamentales que permitan el flujo de recursos estatales hacia los bolsillos de las clases dominantes. Los editores del Estado de São Paulo son claros en esta valoración:

“El gobierno de Bolsonaro es muy ruín. No ha cumplido sus promesas y no trabaja para mejorar las condiciones de vida de la población. Como se vio ayer una vez más, su táctica alcanza padrones de irracionalidad sin precedentes, con propuestas con tono golpista: amenazar a los demás Poderes e impugnar por anticipado el resultado de las próximas elecciones”.

Bolsonaro, a pesar de haber ganado un respiro para su gobierno, en el mejor de los casos mantiene la crisis institucional, sin presentar a la burguesía soluciones a la crisis económica y tensandola situación con los demás poderes, especialmente el Poder Judicial. Para los trabajadores no hay más alternativa que derribar al gobierno de inmediato y luchar por un gobierno de los trabajadores, sin patrones ni generales.

Bolsonaro, Moraes, la prensa burguesa o los representantes de la patronal, a pesar de las diferencias inmediatas, son aliados en la explotación de los trabajadores y la destrucción de derechos. Las direcciones de la izquierda reformista continúan intentando llevar el descontento de la población a los canales institucionales, aunque eso signifique defender a los ministros del STF y aliarse con la derecha que actualmente critica a Bolsonaro. Los trabajadores solo pueden apoyarse en sus fuerzas, fortaleciendo sus organizaciones y poniendo en el horizonte el derrocamiento del capitalismo y la construcción del socialismo.

Los actos del 7 de septiembre y la crisis del reformismo 

Pedro Bernardes Neto

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Foto: Roberto Parizotti

El 7 de septiembre se convocaron actos en todo el país a favor y en contra del gobierno de Bolsonaro. Después de los actos, se constató que las manifestaciones pro-gobierno fueron mayores que las contrarias a Bolsonaro, especialmente en el gran escenario nacional de disputa, la ciudad de São Paulo. Mientras que la manifestación del “Grito dos Excluídos” (Grito de los Excluídos) en Vale do Anhangabaú, en São Paulo, reunió a unos 15.000 manifestantes, el acto bolsonarista ocupó 11 cuadras de la Avenida Paulista. Pero ¿qué significa eso?

Sobre los actos de la «izquierda»

La campaña «Fora Bolsonaro» registró 84 actos en Brasil el 7 de septiembre en 26 Estados. En contraste, hubo 179 actos a favor del gobierno en los 27 Estados de la federación.

La Esquerda Marxista participó en los actos en diferentes Estados y capitales. El mayor tuvo lugar en Vale do Anhangabaú, en la ciudad de São Paulo. El perfil de los actos fue el de militancia organizada, sindicatos y movimientos sociales, sin gran apoyo de una base independiente y masiva. Se impuso el grito de “Fuera Bolsonaro”, pero desde una perspectiva electoral. Los discursos en los camiones de sonido, lejos de encarar concretamente los problemas a que se enfrentan hoy la juventud y clase trabajadora brasileña, pusieron todas las ilusiones en el enfrentamiento electoral de 2022 entre Lula y Bolsonaro. A lo sumo, se habló de la posibilidad de un juicio político, una solución que, a pesar de apuntar a la necesidad de sacar a Bolsonaro del gobierno, delega en el podrido Congreso Nacional la solución a la crisis en las instituciones.

El hecho es que, desde la convocatoria hasta el acto, el tono fue de construcción y consolidación del apoyo a Lula en 2022. Este fue el único sentido en los discursos de los líderes que llamaron a la “unidad”. Es decir, unidad para la candidatura de Lula en las elecciones del próximo año. Unidad en defensa de esta democracia, burguesa y diametralmente frontal a los intereses de la clase obrera.

¿Cuál es el significado de los actos contra Bolsonaro el 7 de septiembre?

Es necesario entender por qué estos hechos del 7 de septiembre contra el gobierno fueron menores que los que se produjeron en meses anteriores, o incluso menores que los que se produjeron en 2019, dado que la popularidad de Bolsonaro hoy es mucho menor que hace 2 años y el rechazo mucho mayor.

Para analizar esta situación, es necesario mirar el papel de la dirección del movimiento (PT, PCdoB, PSOL, CUT, UNE, etc.) y su política. La no adhesión masiva de jóvenes y trabajadores a los actos convocados es también un reflejo de la desconfianza de la base en estas direcciones. Y es que a pesar de que convocaran, en realidad no movilizan a sus bases.

Otro elemento de la baja participación en los actos de Fuera Bolsonaro del 7/9 fue toda la propaganda de miedo a que hubiera caos y enfrentamiento físico con los bolsonaristas y que lo mejor era no competir con actos el mismo día. Es una retirada inaceptable de un enemigo debilitado.

Lo cierto es que esta izquierda, que apuesta por la conciliación de clases, confía en la democracia (burguesa) o, en otras palabras, confía en las instituciones burguesas (Tribunal Supremo, Congreso Nacional, Ministerio Público, elecciones, etc.) y no tiene confianza en la capacidad a la lucha de los jóvenes y trabajadores. Lo contradictorio, particularmente en el caso del PT, es que son estas mismas instituciones las que encarcelaron a Lula sin pruebas y las que llevaron a cabo el juicio político a la anterior presidente del PT, Dilma Roussef. Es decir, incluso después de sufrir tantos ataques, Lula y el PT son fieles servidores de la democracia burguesa. Es también por eso que Lula, en lugar de convocar y participar en los eventos, se resguarda de cara a las elecciones de 2022.

Este sistema y estas instituciones son realmente responsables de la miseria actual de la clase obrera brasileña. Estamos en medio de la mayor crisis del capitalismo, y su solución no depende de la voluntad ni de la competencia de los individuos. Aunque la mayoría del pueblo brasileño indica que no aprueba al gobierno de Bolsonaro, un sector importante no confía en el sistema en sí, pero tampoco salió a las calles ayer. El caso es que la mayoría de la clase obrera brasileña no estuvo representada y animada en participar en ninguna de las manifestaciones del 7 de septiembre, ya fuera por la mayor visibilidad de los actos de apoyo al gobierno, o porque desconfiaban de las direcciones reformistas. que no se colocan como un punto de apoyo para el avance del movimiento, ya sea por temor a enfrentamientos físicos con los bolsonaristas.

Perspectivas

Hay un odio creciente hacia el gobierno de Bolsonaro, que es directamente responsable de toda la tragedia que vive la clase trabajadora. Si este odio no se expresó con fuerza en las calles ayer, toda la responsabilidad recae en la dirección del movimiento, incapaz de presentar la agenda política y los métodos de combate capaces de movilizar a las masas.

Las direcciones deberían estar organizando una huelga general de la clase trabajadora, para derrocar al gobierno de Bolsonaro y ofrecer una salida real a la crisis del sistema.

Nuestra militancia participó en los actos distribuyendo el Manifiesto ¡ABAJO DEL GOBIERNO BOLSONARO! POR UN GOBIERNO DE LOS TRABAJADORES SIN PATRONES NI GENERALES! En él ofrecemos una plataforma de lucha que sea capaz de movilizar a toda la clase obrera en una huelga general, para que podamos salir de la crisis en el proceso de enfrentamiento entre el gobierno y el propio sistema. Sin embargo, como podemos ver, este no es el plan de la CUT ni del PT, que se preocupan de explicar a los trabajadores cómo gestionar su hambre y miseria hasta las elecciones de 2022. Hay que tener claro: las elecciones de 2022, con o sin victoria de Lula, no cambiará nada significativo en la realidad de la clase obrera brasileña.

Con base en el citado manifiesto, estamos formando Comités de Acción «¡Abajo Bolsonaro ya!» en todo el país, dialogando con quienes no aceptan esperar a 2022 y no confían en este sistema. Difundir esta iniciativa es fundamental para crear una alternativa real para combatir este sistema y para construir una huelga general. ¡Firma el manifiesto, incorpórate al comité de tu región y forma parte de este movimiento!

Imagen de portada: Roberto Parizotti/Fotos Públicas

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