ARGENTINA – TRAS LAS ELECCIONES EN BUENOS AIRES

Sumados los votos de todas las fuerzas de derecha o burguesas (PRO, UCR, Coalición Cívica, López Murphy, y otras) dan alrededor del 54% y los votos de las opciones que abarcan el espacio de centroizquierda hasta la izquierda dan el 46% restante. A lo antedicho hay que añadir que hubo un nivel de abstención, a tener en cuenta, del 27%, que, si se revirtiera de forma importante en la segunda vuelta, podría decidir parte del resultado.

Según estos números, pareciera que cualquier cosa que hubiera hecho o dicho Filmus a lo largo de la campaña no habría cambiado sustancialmente el resultado. Pero esto no es cierto. Esta conclusión tiende a subvalorar el proceso dinámico de la conciencia política de las masas trabajadoras y de los sectores bajos de la pequeña burguesía, y peca de fatalismo. En primer lugar, hay una contradicción a explicar: si la imagen de valoración positiva de la presidente Cristina Fernández en la supuesta sociedad gorila porteña es del 53%, según el diario de derecha La Nación, con una intención de voto manifiesta del 38%, ¿cómo puede explicarse el 27,8% conseguido por Daniel Filmus?

Un análisis de los números

Antes de tratar de responder a esta contradicción, vayamos a los números.

Con una masa de votantes prácticamente igual que en el 2007 (1.801.657 ese año y 1.813.238 en 2011), Macri consiguió 40.000 votos más (840.000), y pasó del 45.8% al 47,1%; y Filmus consiguió 80.000 votos más (494.000), pasando del 23,75% al 27,8%.

Debido a la presencia de Proyecto Sur, que no existía en las elecciones de Jefe de Gobierno del 2007, es necesario traer en la comparación a las elecciones de junio del 2009 en Capital. Proyecto Sur consiguió 497.700 votos en 2009, si incluimos los 42.721 del Partido Socialista y 17.400 del MST que en esas elecciones se presentaron por separado y ahora fueron con Proyecto Sur. En estas elecciones sacó 227.840 votos; es decir, pasó del 27,5% al 12,8% de los votos. Así, Proyecto Sur perdió más de la mitad de sus votos del 2009, 270.000. Cabe presumir que todos estos votos perdidos se fueron íntegramente a Filmus, ya que el kirchnerismo sólo consiguió 210.000 votos en Capital en el 2009. Otros 10.000 votos a favor de Filmus provinieron probablemente de Luis Zamora, que pasó de 36.000 en 2009 a 26.000 ahora.

Esto demuestra que la mayoría de los votos conseguidos por Solanas en el 2009 habían venido de votantes kirchneristas, y que fueron recuperados ahora por Filmus. Este dato confirma nuestros análisis anteriores de que la política oportunista de giro a la derecha de Proyecto Sur le hizo perder votos por izquierda hacia el kirchnerismo, al pretender Pino Solanas incrementar su apoyo electoral entre los votantes antikirchneristas de la pequeña burguesía porteña, votantes que estaban sólidamente en manos de Macri y de la derecha.

Estas elecciones ratificaron la grave crisis de la llamada izquierda, que se presentó dividida entre el Frente de Izquierda y de los Trabajadores (PO, PTS, Izquierda Socialista) y el Nuevo MAS. Pasaron de sacar el 2,1 % de los votos en 2007, al 0,92% ahora, poco más de 16.000 votos. Este resultado confirma el desprestigio del izquierdismo sectario y su decadencia progresiva.

El voto a Macri

Es una realidad que la derecha parte de un piso tradicional de votantes relativamente alto en Buenos Aires debido a la composición social particular de la ciudad. No por casualidad, al menos desde el 2003 en adelante, las candidaturas de derecha en Buenos Aires siempre consiguieron un porcentaje entre 45% y 47% en la primera vuelta en las elecciones a Jefe de Gobierno. Y es un fenómeno social que podemos encontrar en la mayoría de las capitales de Estado de todo el mundo.

Hay que tener en cuenta que son ciudades que concentran un alto porcentaje de población pequeño burguesa –base electoral tradicional de la derecha- por la proliferación de miles de tiendas, pequeños y medianos negocios, actividades profesionales, etc. La actividad industrial y la clase obrera que trabaja en las mismas suelen ser escasas debido al carácter eminentemente residencial de estas ciudades; que también concentran una masa enorme de funcionarios y empleados estatales que conforman la burocracia administrativa de los gobiernos nacionales y locales, y del aparato judicial y militar del Estado, con su mentalidad rutinaria y conservadora. Por supuesto que existen también miles de trabajadores estatales que han estado en la primera línea de lucha contra los ajustes de Macri.

Por otro lado, además de los sectores acomodados que se refugian en barrios privados en el Conurbano, las capitales suelen ser las ciudades más caras y con mayor carestía de la vivienda, lo que empuja a un número creciente de familias obreras a vivir en las zonas de la periferia metropolitana, fuera de la ciudad, como el Gran Buenos Aires. De hecho, el padrón electoral de Buenos Aires disminuye año tras año por esta razón. En estas elecciones hubo 90.000 votantes empadronados menos que en el 2007, pese a que hubo un crecimiento poblacional en todo el país. 

No obstante, se caería también en el fatalismo si se sacara la conclusión de que esta franja de la población y un sector de trabajadores políticamente atrasados más expuestos a la presión social de la pequeña burguesía porteña, son inganables para posiciones de izquierda o progresistas. Estos sectores no son homogéneos, sus capas altas tienen muchos puntos de contacto con los grandes empresarios y los ricos, pero sus sectores medios y bajos tienen muchos más puntos de contacto con los trabajadores comunes, y podrían ser atraídos para una posición más de izquierda si existiera un referente y una propuesta política que desnudara la falsedad y la demagogia del macrismo, y explotara hábilmente las debilidades del discurso de la derecha. En nuestra opinión fue esto lo que faltó en las opciones que se presentaban en el campo del progresismo y de la izquierda, y en el kirchnerismo en particular. 

La realidad es que la gestión de Macri ofreció muchas posibilidades para que se instalara una alternativa política a su izquierda y amenazara la continuidad de su gobierno; al menos para haber recortado muchísimo la diferencia en esta primera vuelta y apareciera como muy probable su derrota en la segunda vuelta. La gestión de Macri fue un desastre, y si bien los detalles de la misma no llegan al vecino común que no sigue el día a día de la política, las fuerzas principales de oposición en la Legislatura porteña (Proyecto Sur y el kirchnerismo) hicieron muy poco en estos años para bajar a la calle y movilizar a los vecinos contra la misma. Y aunque se produjeron movilizaciones importantes de vecinos, trabajadores y jóvenes contra la política de Macri en estos años la presencia de Proyecto Sur (que era la primera minoría desde el 2009) y del kirchnerismo estuvo completamente ausente.

Los políticos de derecha como Macri son únicamente los personeros de los grandes empresarios, banqueros y terratenientes que utilizan a la sociedad y sus recursos para lucrar. Ahí está su intento de convertir los barrios en torres de edificios, la multiplicación de obras de todo tipo –las más, inútiles e innecesarias que sólo obstaculizan el tránsito– para hacer lucrar a sus amigos y familiares que manejan las constructoras, como Iecsa S.A. de Angelo Calcaterra, el primo de Macri. Por eso su desprecio por las escuelas y hospitales públicos mientras entrega dinero a paladas a las escuelas y hospitales privados. Lo mismo explica los sobreprecios pagados por la compra de notebooks y por las obras del subterráneo, del que sólo inauguró 8 estaciones de las 70 prometidas, pese al estado deplorable del tránsito en la Capital. Recordemos su política represiva con las patotas del gobierno de la Ciudad. la UCEP, que tuvo que desmantelar por las denuncias de maltrato a indigentes y el desalojo violento de lugares y edificios abandonados que estaban ocupados por organizaciones sociales y populares. Sobre todo, señalamos el hecho de que Macri, experto en negociados de todo tipo desde antes de su paso por Boca, está imputado penalmente por haber organizado una red de espionaje a ciudadanos comunes y a políticos de la oposición en la ciudad de Buenos Aires con policías sospechados en otros delitos, y por la que podría –y debería– ir a la cárcel. Y este tipo está a la cabeza de la ciudad más importante del país, para mayor gloria de los ricachones.

Sin embargo, a lo largo de este año 2011 no hubo nada remotamente parecido a una campaña política ofensiva en la ciudad de Buenos Aires por parte de las fuerzas progresistas y de izquierda, con actos en los barrios, movilizaciones, etc. para denunciar la gestión macrista. Se apostó todo a dejarlo para la campaña electoral. En todos estos meses no hubo una sola propuesta que se hiciera popular sobre cómo resolver el problema del transporte, qué planes se proponían para amplia la red de subterráneos y de dónde sacar el dinero para financiarlo, cómo aliviar (si no resolver) el problema de la vivienda y denunciar los negociados de las constructoras con el gobierno y la familia de Macri. Sólo se polemizó en el tema de la inseguridad donde la demagogia macrista tenía todo para ganar, al aparecer como el campeón de la “mano dura”; dura con los pobres y blanda con los ricos estafadores, claro está.

En realidad, la aparente fortaleza de Macri sólo es un reflejo de la debilidad política de la campaña desarrollada por sus oponentes. Macri es una figura mediocre, de bajo nivel intelectual, pero rodeado de un equipo de asesores muy eficaz que sabe explotar las debilidades de sus adversarios. Macri mostró un perfil bajo y despolitizado, porque no le interesaba exponerse a las críticas a su gestión, se cuidó de vincularse durante la campaña a los candidatos presidenciales de la derecha y de criticar a Cristina, planteó un discurso con un tono paternalista demagógico e hipócrita a favor del diálogo, etc.

Hay que denunciar, sobre todo, el papel de los medios de comunicación patronales –como Clarín, La Nación, Pefil, y otros– que se empeñaron durante meses en una campaña descarada a favor de Macri y de hostigamiento permanente al kirchnerismo. Esto, en ausencia de una campaña en sentido contrario que contrarrestara las mentiras y tergiversaciones de la prensa burguesa, tuvo un efecto en sectores amplios de la clase media y de trabajadores políticamente atrasados.

La campaña electoral de Filmus

La campaña de Filmus fue mala, en líneas generales. En primer lugar su candidatura fue anunciada muy tarde, cuando Macri llevaba ya un mes de campaña con afiches en las calles. La vaciedad de su mensaje de campaña tampoco lo ayudó: “Que el gobierno de la Ciudad y la Nación trabajen juntos”, “Por más seguridad, salud y educación”, etc. sin propuestas específicas y claras que abordaran los principales problemas que aquejan a la sociedad porteña y a las familias obreras. También fue un error no haber concurrido al debate televisivo en TN que, hasta cierto punto, había concitado ciertas expectativas por la difusión que hizo la prensa burguesa del mismo y que, pese a sus limitaciones, podía haber sido una gran oportunidad para denunciar la política de Macri a favor de los ricos.

Sobre todo, lo que más llamó la atención y lo que menos se puede entender, porque pesó mucho en las expectativas del electorado, fue el completo abandono que sufrió Filmus por parte de la Casa Rosada y la nula implicación de Cristina en su campaña; teniendo en cuenta, como decíamos antes, la alta tasa de valoración positiva que la presidente tiene en la ciudad de Buenos Aires. No participó en un solo acto público de apoyo a la candidatura de Filmus, ni siquiera se organizó un gran acto de cierre de campaña con la presencia de Cristina que habría tenido una respuesta masiva y habría empujado al alza las expectativas de voto de Filmus.  Es posible que otros aspectos de la campaña no favorecieran el voto a Filmus, como la candidatura de Tomada como vicejefe de gobierno y el armado de la lista de legisladores, pero nos parece secundario frente a las razones principales que planteamos antes.

Es verdad que el destape del caso de corrupción de Schoklender golpeó en la campaña- por eso lo aireó la prensa burguesa, como denunciamos en su momento –pero podía haber tenido un impacto más limitado si Filmus se hubiera presentado con una campaña enérgica.

Macri puede ser derrotado

Es verdad que el porcentaje de votos obtenido por Macri en esta primera vuelta ha provocado perplejidad y estupor en cientos de miles de trabajadores y en sectores progresistas de las clases medias de Buenos Aires, y también en el conjunto de la Nación. En la vereda opuesta, la prensa burguesa y los políticos reaccionarios de derecha están festejando a lo grande.

La realidad es que con otro tipo de acciones, con un programa de gobierno claramente orientado a los trabajadores y a los vecinos de los barrios de Buenos Aires, bien publicitado, una campaña audaz a favor de agrupar el voto para echar a la derecha del gobierno de la ciudad tendría un eco poderoso. La propuesta de reestatizar y ampliar la red del subterráneo y el sistema ferroviario metropolitano, como primer paso para solucionar el problema del transporte, sería una medida que impactaría favorablemente en la opinión pública. El anuncio de un plan de construcción de viviendas baratas, con la conformación de una empresa pública de construcción, también sería otra medida positiva. Lo mismo que terminar con el empleo en negro de los trabajadores de la ciudad y garantizar plenos derechos sindicales. Particularmente, habría que apelar firmemente a aquellas franjas más atrasadas políticamente de trabajadores y sectores bajos de la clase media para que redefinan su voto a favor de Filmus. Otra condición fundamental sería que Cristina abandonara las prevenciones de sus asesores y se implicara a fondo en la campaña de esta segunda vuelta, debido a la autoridad que mantiene en un sector muy importante de la población porteña.

Afirmamos, sin voluntarismos, que es posible revertir el resultado del 10 de julio. Hay datos concluyentes. En 7 de las 15 comunas (la 3, la 5, la 7, la 8, la 9, la 10 y la 15) los votos combinados de Filmus y de Proyecto Sur superaron a los de Macri, esto incluye barrios tan conocidos y populares como Almagro, Boedo, Flores, Villa Lugano, Villa Soldati, Liniers, Mataderos, Floresta, Versalles, Chacarita, Villa Crespo, Agronomía, Villa del Parque, Balvanera y San Cristóbal. Es llamativo que en los barrios más empobrecidos del sur de la ciudad, donde Macri arrasó con el voto en las elecciones del 2007 y donde se produjeron los sangrientos incidentes del Parque Indoamericano (Villa Lugano y Villa Soldati), el macrismo sacara los porcentajes de voto más bajos de la ciudad.  

No cabe duda que con una campaña y un programa de gobierno de este tipo se podría movilizar a una parte muy importante del electorado que se abstuvo de participar en la votación de la primera vuelta por falta de motivación, y que rechaza la política y la gestión macristas. Un 10% de abstenciones supone cerca de 250.000 votos. Hay que movilizar esos votos para derrotar a la derecha.

En estas condiciones, cuando los trabajadores de Buenos Aires y del conjunto del país saben lo que se juegan si Macri revalida su victoria, sobre la base de la experiencia de sus 4 años de gobierno en la Ciudad y su fortalecimiento político como figura reaccionaria de cara al futuro político del país, es lamentable que dirigentes de Proyecto Sur y de la izquierda llamen a votar en blanco, lo que equivale votar a Macri. Esta gente parece desconocer que la causa principal de su declive electoral fue precisamente su acercaimiento a la derecha o sus políticas sectarias contra el kirchnerismo que los hacían aparecer junto a la derecha. Si ratifican esta política llamando al votoblanquismo sólo profundizarán su declive y su irrelevancia política de ahora en más. 

Hay una corriente de presión, que emana de la burguesía y de algunos sectores desmoralizados del kirchnerismo, que plantean no dar la batalla del “ballottage” el 31 de julio. Nos manifestamos totalmente en contra de esto. Es preferible jugarse la posibilidad de una derrota peleando, antes que una derrota desmoralizante con una retirada humillante. Eso ejercería un efecto depresor en la moral de las bases kirchneristas y de los cientos de miles de trabajadores y capas progresistas de la sociedad porteña que mantienen su desafío a la derecha en la ciudad.

Está en manos del kirchnerismo tomar la decisión de revertir el resultado. Lo que se necesita es no bajar los brazos y responder a la soberbia de la derecha con un contraataque que movilice las fuerzas sociales, potencialmente más fuertes y numerosas, de la clase trabajadora y demás sectores progresistas de la ciudad de Buenos Aires.

Las tareas del momento son:

–       Conformar un gran frente único contra Macri y la derecha

–       Denunciar con datos, cifras y argumentos la corrupción, los negociados y los delitos en los que están implicados Macri y sus compinches

–       Presentar un programa de ciudad-modelo asentado en las verdaderas necesidades populares en materia de urbanismo, transporte, educación, salud, cultura y seguridad

–       Un Plan Barrios que adecente y nutra de infraestructuras plenas a los barrios y sectores de la ciudad, despreciados y marginados por la gestión de Macri (que son la gran mayoría), y que incluya la reparación de veredas y plazas, creación de zonas de recreación, de expresión cultural, y de actividades deportivas.

–       Un plan urgente de construcción de viviendas a precios baratos, con capitales y empresas públicas, movilizando los recursos del Banco Ciudad, del Nación y del ANSES para otorgar créditos accesibles a quienes los necesiten.

–       Estatización inmediata de la red de subtes y del sistema ferroviario metropolitano. Plan urgente para la construcción de una red de subtes que cubra a medio plazo toda la superficie de la ciudad, a cargo de capitales y empresas públicas, movilizando los recursos del Banco Ciudad, del Nación y del ANSES.

–       Aumento de impuestos a las grandes empresas y a los ricos para incrementar la capacidad de recursos de la Ciudad que acometa los planes de viviendas y la extensión de la red de Subterráneos.

–       Un plan de campaña que movilice todas las fuerzas, kirchneristas y no kirchneristas, incluida la presidente Cristina Fernández, con atención diferenciada hacia la juventud, los jubilados y los trabajadores.

–       Movilización activa de la juventud, los trabajadores y los demás sectores populares y progresistas de la ciudad de Buenos Aires para respaldar la elección de Daniel Filmus como Jefe de Gobierno de la Ciudad.

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